En sus viajes de vacaciones a otros países, la familia cartaginesa Tames Mata tuvo la oportunidad de probar un helado de origen tailandés, cuya apariencia dista de los helados tradicionales.
En lugar de colocarse las típicas bolitas de helado en un cono o en un vaso, este se encuentra enrollado y así se consume.
Ronald Tames cuenta que él conoció esta alternativa primero en Estados Unidos. También la vio en México, Perú y Colombia. En todos los casos, le llamó mucho la atención y pensó en que sería novedoso traer este concepto a Costa Rica.
Desde hace aproximadamente dos años, su familia venía ideando cómo podían desarrollar el negocio, investigaron sobre el tema y empezaron a ahorrar el dinero para por fin montarlo, pues prefirieron no endeudarse.
En este hogar, cada integrante tiene una profesión distinta y, según sea esta, aporta sus conocimientos y visión de mundo: hay una relacionista internacional quien sabe de comercio internacional, un contador público, un ingeniero industrial y un relacionista público quien es mercadólogo.
La hermana menor, Natalie Tames, fue quien finalmente les impulsó a abrir y el 28 de noviembre del año pasado inauguraron su primer local, tras realizar una inversión de $30.000 que incluye la compra de equipo, la remodelación del local y el proceso para formalizar su negocio.
El nombre de la empresa es Q’Rollo ─precisamente en alusión a la forma de los helados─ y se ubica en la Avenida Central de Cartago, en un espacio de 40 metros cuadrados.
Ronald es copropietario de la empresa junto a sus cuatro hermanos y madre.
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¿Cómo se hacen estos helados?
El producto es de carácter artesanal, de manera que el cliente tiene la oportunidad de ver el proceso de elaboración del helado.
Los ingredientes ─en algunos casos incluyen opciones poco convencionales como arroz con leche, palomitas de maíz, ‘nucita’─ se colocan sobre unas planchas frías que alcanzan temperaturas de menos 40 grados.
Con el uso de espátulas se va moldeando el rollo y se incorpora una base deslactosada (que no es leche, pero que es líquida), que contiene sacarosa y aglutinantes.
Luego de que el rollo está listo, se le agregan rellenos de diferentes sabores como durazno con naranja, leche condensada con fresa, caramelo, chocolate con menta, arándano con chicle, chocolate, entre otros.
Del total de 27 ingredientes que se ofrecen se pueden crear hasta 2.300 combinaciones. El cliente tiene la oportunidad de armar su propio helado de acuerdo con sus gustos.
Otra opción novedosa es el ‘perro frío’, que consiste en un pan artesanal dulce, al que se le coloca un rollo de helado por dentro y se le cubre con caramelo o chocolate y maní.
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El empaque del producto es de cartón para evitar el uso de plástico y la cuchara es de madera biodegradable.
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Según Ronald, en los dos meses de operar sus productos han tenido una buena aceptación, pues muchos clientes vuelven a comprarles.
Si el negocio sigue marchando bien, esperan extenderse desde el este hasta el oeste del país y valoran que su próximo local podría ubicarse en Curridabat o en San Pedro.
La empresa tiene claro que la innovación es algo esencial para su crecimiento.
“Si no innovamos, aunque nos está yendo bien, las cosas podrían andar diferente. No podemos quedarnos con las manos cruzadas”, concluyó Ronald, mercadólogo de 36 años.
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