Las propias experiencias como consumidores en ocasiones se convierten en la motivación que hace que los emprendedores desarrollen su propio negocio.
Esto le sucedió a la joven Andrea Baltodano Del Toro, fundadora de Maracao Beachwear, a quien se le despertó el interés por el diseño cuando estaba en noveno año del colegio y no encontraba vestidos de baño que se ajustaran a su cuerpo y estatura petit, como ella misma la describe.
En sus constantes viajes a la playa se sentía incómoda con los trajes de baño que tenía. Entonces, compraba los que más le llamaban la atención y ella misma los transformaba a su medida y gusto.
Fue así como se sumergió más en el tema de costura y empezó a coser sus propios bikinis con la máquina de su abuelita Nydia Vargas, quien también la guiaba y ha sido una influencia positiva en su vida pues gracias a ella desarrolló su amor por el arte y las manualidades.
“Mi abuelita me enseñó que mis manos son herramientas poderosas con las que puedo crear grandes cosas. Para mí es muy natural ver un material y poder crear algo, no me da miedo”, asegura Andrea.
Tanto le gustó realizar sus diseños que para la graduación del colegio les pidió a sus padres que le compraran una máquina de coser.
“Desde ahí todas mis amigas siempre me halagaban mis creaciones. Me decían que si yo les podía hacer a ellas también. Fue ahí donde yo vi, no solamente un mercado, sino una necesidad”, cuenta la emprendedora de 27 años.
Una vez que salió del colegio decidió ingresar a la Universidad Creativa a estudiar diseño de modas.
Desde el inicio de su carrera empezó a cultivar logros.
En su primer año universitario, dos de sus diseños fueron elegidos para presentarse en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo y obtuvo una mención de honor en una de las pasarelas organizadas por la institución.
Mientras cursaba sus estudios, llegó un momento en el que pensó en perseguir su sueño de crear trajes de baño.
Un factor que la motivó a alcanzar esta meta fue una mala experiencia empresarial previa, cuando ella y su mamá trajeron una franquicia al país de venta de artículos para el hogar por catálogo.
El negocio no funcionó pues los lineamientos de la franquicia no se adaptaban al mercado tico, alega Andrea, y tuvieron que cerrar.
Esa insatisfacción de haber fracasado más bien la impulsó y la hizo ver que había otras posibilidades.
Pero requería de dinero para invertir en el que sería su nuevo emprendimiento y, con el trabajo que tenía en ese entonces en el país y sus gastos, analizó que no podría obtenerlo.
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Trabajar fuera del país para ahorrar
Por esta razón, decidió realizar un intercambio estudiantil para irse a Estados Unidos y trabajar seis meses allá, de lunes a domingo.
En el 2013, se fue a Vail, Colorado, donde consiguió tres trabajos: laboraba en una tienda de souvenirs llamada Charlie’s T-Shirts; como acomodadora de personas en un restaurante; y como asesora en una tienda que alquilaba y vendía equipo para esquiar.
Logró ahorrar alrededor de $2.400 que le sirvieron para iniciar con su empresa y, tras realizar un estudio de mercado y comprar los materiales que necesitaba.
En diciembre del año 2014 arrancó su negocio en la casa de su abuelita y vendía en ferias.
Lo denominó Maracao Beachwear, cuyo nombre surgió de un cuento escrito en el 2012 por ella misma llamado Isla Maracao.
Ahí se narra la historia de una joven citadina que huye de la rutina, se va en busca de un lugar natural a una playa y encuentra esa isla, que la ayuda a cambiar su perspectiva de la vida.
Un aspecto que diferencia los trajes de baño que se elaboran es que la empresa produce sus propias telas con estampados exclusivos e incorpora dos técnicas artesanales que se emplean desde hace mucho tiempo: el croché y el macramé.
El croché consiste en el enlace del hilo con dos agujas que forman un tejido y el macramé son una serie de nudos consecutivos que crean también un tejido.
Los estampados se inspiran en texturas de la naturaleza como la arena, conchas de playa, el follaje, el cielo, el bosque y el mar.
Algunos de ellos tienen un aire tropical, que evoca a la alegría y se caracterizan por ser reversibles, lo cual brinda versatilidad. Recientemente, incorporó salidas de baño dentro de su oferta.
En la confección de las piezas, Andrea cuenta con el apoyo de mujeres amas de casa, a quienes subcontrata.
El crecimiento que ha tenido desde el establecimiento de su empresa le permitió abrir su tienda en marzo del 2016. Esta tienda se ubica en Curridabat, al frente del parqueo trasero del restaurante Rostipollos.
También vende sus productos en un comercio en San José centro y otro en Escazú.
La semana pasada esta emprendedora resultó ganadora de la competencia Premios Globales para Estudiantes Emprendedores Costa Rica 2017 (GSEA, por sus siglas en inglés), lo que le permitirá asistir a la final internacional que se realizará en Alemania a finales de abril.
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En sus planes se encuentra aumentar la producción para poder colocar sus productos en más tiendas del país, especialmente en áreas donde hay playas, así como en sitios turísticos incluidos hoteles.
A futuro igualmente quiere llegar a exportar sus diseños.