Con un horno que costó ¢90.000 y ¢25.000 para la harina, queso, aceite y otros ingredientes, en junio del 2016 la familia Navarro Montoya arrancó con una pizzería “virtual”.
La pizza se elaboraba en su casa de habitación en Cartago, la gente hacía pedidos por medio de una página de Facebook que crearon y los encargos se repartían en moto a las viviendas de los consumidores.
Al principio le vendían a amigos y conocidos, pero luego su público se fue extendiendo y el dinero que les entraba lo invertían en el mismo negocio.
El crecimiento de la empresa, llamada Monqui’s Pizza, les llevó a abrir en octubre del 2016 una “ventana” para vender la pizza para llevar, en Taras de Cartago.
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Como los visitantes y pedidos se empezaron a multiplicar, al mes de la apertura debieron ampliar ese espacio y colocar mesas y sillas.
En setiembre del 2017 inauguraron su restaurante en el Centro Comercial Paseo del Sol (ubicado en Taras) en el que, aparte de vender pizza, ofrecen otros alimentos como pasta y sándwiches.
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De empleado a emprendedor
José David Navarro Quirós, de 39 años, trabajó muchos años en una cadena de pizzerías, empleo en el que fue ascendiendo: no solo aprendió a hacer pizzas, sino que llevó a cabo tareas administrativas.
Él siempre había añorado crear su propia pizzería y tener un horario más flexible que le permitiera pasar más tiempo con su familia, por lo que decidió concretar esa meta.
Al negocio se unió su esposa Shirley Montoya Hernández, de 35 años y encargada de las finanzas de la empresa.
Su hijo de 20 años, Jerson Navarro Montoya, ha sido un aliado desde que empezaron. Él es estudiante de administración de empresas del TEC y se encarga del mercadeo del negocio, aparte de apoyar a su papá en la elaboración de las pizzas.
El restaurante, que tiene un ambiente playero y relajado, vende diferentes tipos de pizza: desde las más tradicionales de jamón y queso, hasta pizzas de carne molida con frijoles y de pollo con salsa blanca.
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Asimismo, se preparan platillos como spaghetti, calzone, pan de ajo, palitos con pepperoni y queso mozarella, sándwiches submarinos y se realizan preparaciones especiales en ciertas temporadas, entre otras opciones.
Según Jerson Navarro, en un espacio de cuatro años esperan inaugurar dos locales más y desde ya piensan en Tres Ríos como una alternativa para instalarse.
Además, a corto plazo planean obtener una patente de licor que les permita vender cervezas artesanales.
El joven reflexionó que, aunque al principio tenían temor de iniciar la empresa y creían que se requería de una gran inversión, demostraron que esto no es así y que con tan solo ¢115.000 se puede iniciar e ir creciendo.
Para él, las claves han sido las “ganas y el compromiso” y el que todos en su familia se apoyan y colaboran para que el negocio florezca.