Elizabeth Patricia Artavia tenía claro desde los siete años que lo suyo era pintar uñas, por lo que al recordar su infancia se visualiza entre losvivos colores de los esmaltes y brillos, pintándose una y otra vez las uñas de sus manos y pies.
Para los regalos de Navidad o de cumpleaños, pedía que le regalaran esmaltes, palitos de naranja para correr la cutícula, cortadores y los materiales necesarios para trabajar las uñas.
En su casa, su papá Rodrigo la vacilaba y le decía: “Esta niña solo pintarse las uñas, se quita el color y vuelve a pintarse otra vez”, recuerda Elizabeth.
A los 15 años, le pidió a su padre que le pagara unos cursos para aprender más técnicas de diseño y conocer los tratamientos existentes en las manos y pies.
Al principio, él se resistió un poco, pero ella le insistió que la dejara tomarlos en vacaciones y finalmente la apoyó.
A medida que crecía, se intensificaba su sueño de algún día tener su propio salón especializado en otorgar servicios de manicure y pedicure.
Su salón lo vislumbraba lleno de espejos y de una decoración elegante.
Lo tendría muchos años después.
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La concreción del sueño aplazado
A los 17 años, Elizabeth terminó los cursos. No se dedicó inmediatamente a trabajar en uñas.
Dos años después, se convirtió en madre, por lo que su bebé se convirtió en su prioridad y siguió dejando su plan de emprender para después.
Así pasaron muchos años en los que trabajó en el área administrativa en restaurantes.
Siempre tenía esa espinita de tener su negocio y hace cinco años por fin dio el paso.
Con los ahorros de ella y de su esposo, Alberto Zamora, y con el apoyo de un arquitecto y otras personas montó el añorado salón de uñas, que hoy se ubica en Escazú, en Plaza Anonos.
Se llama Seven House of Nails.
La idea es dar un servicio más completo y consentir al cliente.
Así, por ejemplo, existen sillas especiales para realizar los pedicure, que realizan masajes en la espalda y se procura usar esmaltes de uñas de mayor calidad.
Su enfoque es para mujeres ejecutivas, universitarias, e incluso niñas que van con sus madres.
Los servicios incluyen pedicure y manicure (tanto spa, como regular), uñas acrílicas y tratamiento de uñas encarnadas.
Se utilizan esmaltes semipermanentes (que duran más o menos 15 días) y los esmaltes regulares.
Adicionalmente, ofrecen blower, planchado de cabello y depilan cejas.
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Servicio a domicilio en una móvil
Hace cuatro meses, Elizabeth empezó a ofrecer el servicio a domicilio, por medio de una “móvil de lujo” para aquellas clientas que viven lejos de Escazú o que no tienen tiempo para ir hasta el salón.
Ella se desplaza a cualquier lugar y hora y también ofrece sus servicios a empresas en las que sus empleados deseen ser atendidos.
Para la compra del microbús y para su equipamiento debió recurrir a créditos e invirtió ¢35 millones.
El microbús funciona como si fuera un salón adicional, solo que va a la casa de la persona.
Tiene espejos, sillas, mesas, un mueble para colocar los materiales, televisión, Internet, planta eléctrica, y calentador de agua, entre otros.
Elizabeth, hoy de 39 años, no solo logró concretar su sueño de niña, sino que va por más.
Ella planea a futuro abrir más locales en diferentes partes del país.
Su consejo para los emprendedores es dejar los miedos de lado y arrancar.
“Hay algo en uno que le dice que no y que no lo va a lograr", afirma. "Los temores se apoderan mucho de la mente de uno. La única forma de salir adelante es animarse, hay que decir que sí, tenemos solamente una vida y hay que emprender”.