Hace alrededor de nueve años, la emprendedora, educadora y pianista Zarhay Arroyo, quien lidera el programa de formación musical Note’s Peak, tenía una orden de compra de una institución pública de 10.000 ejemplares de uno de sus métodos educativos.
Ella requería de financiamiento para desarrollar ese método, que contemplaba la producción de diferentes materiales que se utilizan en el aprendizaje.
Con altas expectativas, acudió a una entidad financiera a buscar apoyo económico.
Su entusiasmo se fue al suelo cuando le dijeron que para darle el dinero era necesaria una propiedad de ¢80 millones que garantizara su crédito.
Al final, un familiar le prestó el dinero que requería y su negocio siguió adelante.
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“El sistema más bien a uno lo castiga (a los emprendedores), porque en lugar de valorar que tiene varios años de depender solamente de uno, confían más en darle crédito a una persona asalariada, que tiene un trabajo en X empresa, de la que en cualquier momento la pueden despedir...
“En cambio, nosotros (los emprendedores) somos libres, independientes, luchadores, inventores, creativos. Hemos probado que podemos sobrevivir sin depender ni necesitar de un patrón que nos dé un cheque mensualmente”, criticó la emprendedora.
Esta dificultad es común en los emprendimientos liderados por mujeres en la región latinoamericana, según el estudio Emprendimiento y Género en América Latina - 2017, elaborado por Incae Business School. En él se encuestaron a 342 emprendedores de 15 países.
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Pero no todas las mujeres deciden seguir con su empresa. La falta de respaldo económico es el motivo central que provoca que muchas de ellas pongan fin a su negocio.
Si bien existen fracasos en los emprendimientos masculinos, la causa principal tiene que ver con la poca rentabilidad financiera del negocio.
La investigación advierte de una “alta tasa de fracasos empresariales” femeninos y se indica que América Latina es la segunda zona del orbe en la que más mujeres descontinúan sus empresas.
El documento también revela que el 27% de las mujeres entrevistadas se ha sentido discriminada al hacer negocios por el hecho de ser mujer. Entre tanto, únicamente un 4% de los hombres se sintió discriminado.
Contratación y utilidades
Otros resultados del estudio mostraron que los emprendedores contratan a más hombres que a mujeres. Por su parte, las emprendedoras tienden a contratar a más mujeres que hombres.
El 95% de las empresarias tienen una mayoría de mujeres en cargos de alta gerencia, pero el porcentaje disminuye “significativamente” en el caso de los hombres empresarios, detalla el texto.
Otra diferencia entre los emprendedores y emprendedoras tiene que ver con su expectativa de aumentar sus utilidades.
El 59% de los hombres confía en que sus ingresos se acrecienten en más de un 10% en los próximos dos años. Entre tanto, solo el 48% de las mujeres aguarda un crecimiento mayor al 10%.
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El estudio recomienda que, para reforzar a las empresas femeninas, se les otorguen a las líderes de ellas programas de formación en negocios, mentoría y financiación.
Asimismo, se aconseja que los equipos de trabajo estén conformados tanto por hombres como por mujeres (no por miembros de un solo sexo) para generar mejores estrategias que contribuyan a fortalecer el negocio.