Después de algunos años de dedicarse a cuidar a sus tres hijos, Xiomara Valverde Barquero, quien tiene estudios en medicina y relaciones internacionales, decidió reincorporarse al mercado laboral en el 2010.
Anteriormente, había trabajado en la Municipalidad de Desamparados y en la empresa de su papá Carlos Alberto.
Por un asunto de realización personal ─no tanto por necesidad económica─ quiso volver a laborar.
Aplicó –sin resultados– en instituciones estatales, empresas y en todo sitio en el que había un cartel de “se necesita personal”, incluso en puestos no ligados a su profesión, con la esperanza de que la contrataran.
Ella atribuye su situación a que, luego de los 40 años, usualmente se dificulta más ser contratado, pues el mercado a veces prefiere a gente más joven y no necesariamente a la más experimentada.
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El reto de emprender
Al ver que las puertas se le cerraron, decidió abrírselas ella misma con un emprendimiento.
Como le gustaba la bisutería, optó por aprender a realizar collares, pulseras y relojes artesanales y se inscribió en cursos para mejorar su técnica.
Su esposo Denis Mena le apoyó financieramente y utilizaron sus tarjetas de crédito para comprar la materia prima y el equipo necesario para arrancar.
Así fue que empezó a confeccionar relojes con brazaletes de cuero auténtico (algunos con dijes y adornos adicionales) y las carátulas las importaba de países como Brasil, México y España.
Igualmente, diseñaba y creaba collares y pulseras, con cuero y con otros materiales como piedras naturales.
Personalización
Un paso adicional fue dar la posibilidad al cliente de personalizar los diseños y crear así la pieza conforme a su gusto.
Hoy, se ofrecen diversidad de dijes (algunos de acero inoxidable o de oro laminado) y carátulas. Hay variedad de colores de cueros, se usa yute y piedras como ópalos, ágatas, perlas de río, amatistas y drusas.
Con la práctica, Xiomara se percató de que tenía talento para desarrollar toda esta bisutería, por lo que Le Petit Shop (nombre dado a su empresa) se convirtió en una fuente de ingresos ante el desempleo que enfrentaba.
Tras elaborar los productos, buscó sitios para vender sus creaciones y las ferias de artesanos e institucionales representaron una plataforma para darse a conocer.
De la misma manera, introdujo sus productos en tiendas virtuales, en comercios y bazares. Su producto también se vende por medio de la red social Facebook, desde la cual le escriben para comprarle.
La empresa hasta ha recibido pedidos de otros países como Panamá, Nicaragua, Inglaterra, Estados Unidos y Holanda.
Otros mercados
A nivel local empezó a incursionar en otros mercados, pues sus productos también se comercializan en los hoteles Tilajari, Arenal Kioro y Los Lagos, todos en San Carlos.
En el 2015, con el fin de ofrecerle a las pymes la posibilidad de participar en ferias sin tener que pagar un monto muy alto, impulsó (junto con otros emprendedores) la creación de la Asociación de Artesanos de San José, donde ella es la secretaria.
Luego de siete años de tener su negocio, Xiomara ─de 47 años─ dice que ha podido alcanzar esa realización personal que buscaba y el negocio ha significado un importante aporte económico para solventar las necesidades de su familia.
Ahora espera hacerlo crecer mucho más y abrir su propia tienda, así como vender en aeropuertos y fuera del país.
En el campo profesional, la emprendedora tiene otras metas como terminar su internado en medicina, finalmente graduarse de esta carrera y en un futuro no descarta ejercer esta profesión.