Jilma Ramírez Umaña, ingeniera agrónoma y propietaria de la empresa de paisajismo Proverde Internacional, es un reflejo de cómo la pasión por un área y la persistencia llevan a establecer un negocio robusto, que le apuesta a proyectos innovadores y aprovecha las redes sociales para impulsarse.
Desde la universidad las plantas ornamentales fueron un tema de su interés, tanto así que desarrolló su tesis sobre ellas y desde entonces no ha dejado de investigarlas.
Cuando viaja fuera del país sus sitios predilectos de visita son aquellos en los que estas plantas abundan.
Después de trabajar siete años en la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde) —sitio en el que estuvo a cargo de un proyecto de plantas ornamentales— decidió fundar Proverde.
El negocio se dedica a los servicios de creación de áreas verdes, jardines y decoraciones internas con plantas vivas.
La empresa tiene una amplia gama de clientes: se encarga de darle mantenimiento en paisajismo a los juegos del Parque de Diversiones; ha realizado trabajos para Multiplaza, Plaza Roble, el Hotel Intercontinental, el Hotel Hilton, Coca Cola, entre otros.
Además, pertenece a la asociación de centros de jardinería de Estados Unidos, lo que le permite al negocio mantenerse actualizado de las novedades que surgen en este campo.
Innovación
Proverde tiene 25 años y cuenta con 48 empleados, dentro de los que se encuentran arquitectos, ingenieros agrónomos y jardineros.
La empresa está realizando algunos proyectos innovadores y aprovechando más los medios digitales para llegar a su público.
Cuenta con un centro de jardinería o garden center en Lindora, en el cual las personas pueden encontrar todo tipo de plantas y árboles y recibir talleres de cómo cuidarlos.
También se ofrece un servicio en el cual los empleados de una empresa pueden ir al garden center a escoger una planta para tenerla en la oficina, cuidarla y procurar que el ambiente de trabajo sea más positivo y ameno con la presencia de naturaleza.
Otro plan está dirigido a los adultos mayores, quienes tendrán la posibilidad de sembrar una planta ornamental, ver su crecimiento y velar por ella. El propósito es motivar a esta población y hacerlos ver que su edad no es un impedimiento para emprender proyectos.
En el negocio se venden árboles de Navidad vivos, que vienen colocados en una maceta, de manera que el árbol puede aprovecharse para las siguientes temporadas navideñas. Se le enseña a la persona cómo recortarlo para que no crezca mucho.
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Aprovechar el mercadeo digital
En los últimos meses, Ramírez ha empezado a implementar nuevas estrategias empresariales y de mercadeo para mejorar internamente y proyectar más su empresa hacia afuera.
Por ejemplo, está utilizando las redes sociales —como Facebook— de forma más organizada y constante para alcanzar a las personas y ha obtenido resultados positivos, pues la gente los ha contactado para obtener información de lo que publican, lo que se traduce en ventas.
Igualmente, ha aumentado el número de seguidores.
Antes, la propietaria no tenía tiempo de actualizar Facebook y lo hacía sin ningún tipo de asesoría.
“No sabía qué línea seguir. De vez en cuando metía una foto y hacía algún un comentario. Me preguntaban 50.000 cosas y me volvía a meter un mes después y me encontraba preguntas de hace un mes que tenían que haberse resuelto en unas horas”, contó la empresaria de 55 años.
Hoy una empresa le apoya en el uso de Facebook y se planifica qué se va a publicar.
Al ser el paisajismo un asunto muy visual, prontamente incursionarán en otras redes como Instagram y están construyendo un mejor sitio web.
Aunque Ramírez tiene claro de que el mercadeo es importante para que una empresa crezca, es consciente de que primero hay que tener algo que valga la pena mercadear y estar muy seguro del producto o servicio que se ofrezca.
Además, insistió que toda empresa debería tener valores como la honestidad con el cliente, transparencia, puntualidad en la entrega, buen trato al personal, si quiere realmente mantenerse a flote.
No basta con tener una página de Facebook perfecta, si el servicio es malo.
Esos valores deben ser transmitidos a los empleados y nunca sacrificarlos para que la empresa mantenga su identidad, concluyó la propietaria.