Son niños de 11, 9 y 7 años y, a su corta edad, ya tienen sus propios emprendimientos y generan ganancias que les permiten ahorrar, reinvertir en su negocio y hasta adquirir uno que otro artículo o juguete para sí mismos.
Ellos forman parte de Business Kids, una franquicia de origen mexicano, que funciona en Costa Rica desde el año 2014 y que en el país está encabezada por los esposos Fernando Naranjo y Francel Montero.
La franquicia promueve el espíritu emprendedor en los niños y adolescentes a través de diferentes cursos de liderazgo, trabajo en equipo, emprendimiento y manejo del dinero, entre otros.
Gatito Origami: será franquicia
Lucía Quesada Barquero, de 9 años y estudiante del Colegio Internacional SEK, se ha caracterizado por ser una niña "bastante inquieta", cuenta su madre Erika Barquero, por lo que en su hogar la han impulsado y apoyado en sus proyectos.
"Siempre ha habido que buscarle actividades y en esa búsqueda de actividades fue que descubrimos a Business Kids. No todos los cursos donde ella estuvo le gustaban: estuvo en ballet, música, etcétera, pero cuando ella llegó a Business Kids le encantó", relató su madre.
Una de sus aficiones es hacer origami (doblar papeles y darles forma de objetos o seres), por lo que al planteársele en una de sus clases qué tipo de emprendimiento podía desarrollar, decidió enfocarse en ello y fundó Gatito Origami.
"Me gustaba mucho hacer origami en la escuela... Hago grullas, ranitas, cestas, de todo", dijo Lucía, a quien le gusta ver televisión, disfruta de la tecnología y le llaman la atención los caballos.
Otros de sus productos son figuras de decoración como mariposas (algunas de ellas se unen y se hacen móviles), confeti y cajitas de regalo, que elabora en su tiempo libre.
Lucía ha participado en varias ferias nacionales e, incluso, tuvo la oportunidad de asistir a una feria en México.
Sus ganas y propiedad para exponer sobre su negocio generó que la comercializadora de franquicias TargetUp la eligiera para convertir su empresa en una franquicia infantil y en marzo de este año participará en México en la Expo Franquicias.
"La idea es que cuando Luci exponga en México puede ser que aparezca algún interesado en su franquicia y ella se vuelva una franquiciataria infantil, que es algo muy novedoso", agregó Barquero.
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Galletas Mágicas y el empuje de una niña de 7 años
Otra niña que tiene su propia empresa es Valentina Pacheco Rodríguez, de 7 años, quien fundó el emprendimiento Galletas Mágicas.
Tiempo atrás elaboró galletas navideñas con su tía y cupcakes con su prima. Por eso le llamó la atención el campo de la cocina.
"Me gusta mucho cocinar y es muy bueno para mí. Las formas (de ciertas galletas) son redondas. Algunas son de mantequilla, otras son de choco chips y de nutella. Uso harina, azúcar, huevo, mantequilla, vainilla y listo", contó la pequeña, vecina de San Pablo de Heredia quien cursará primer grado este año.
Valentina mezcla los ingredientes, los coloca en moldes y su mamá se encarga únicamente de ponerlos en el horno para su cocción.
Las galletas las vende en ferias, a los amigos de su papá y mamá, a sus familiares y conocidos. Ha creado varias presentaciones, algunas de las cuales tienen un valor de ¢500.
Para la Navidad pasada innovó y creó presentaciones de 12, 18 y 24 galletas, lo que le posibilitó aumentar sus ingresos.
La niña no se detiene y ya piensa en otros productos que le gustaría desarrollar: pulseras de dulces de las que ha hecho varias pruebas y está en proceso de perfeccionarlas, quiere "vender matitas" y tener un negocio de cupcakes con su prima.
De los ingresos que recibe de las ventas ella ahorra una parte en su cuenta bancaria "para cosas importantes", ha comprado artículos que le gustan como un micrófono, unas pantuflas y un vestido. Además, dice que ayuda a los niños de escasos recursos.
Su madre, Liza Rodríguez, asegura que la menor tiene una actitud de líder.
"Tanto el papá como yo tenemos negocios, entonces ella también ha visto ese tipo de ejemplo: que hay que trabajar y tener un negocio para valerse uno por sí mismo...", dijo la progenitora, cuya familia posee una empresa de tecnología de información y un negocio de decoración con globos para eventos corporativos.
Valentina fue escogida para ser la imagen internacional de Business Kids, por lo que imágenes y videos suyos anunciando a dicha empresa circulan en la cadena mexicana Televisa.
Joyería GMS, la del niño ahorrador
Gabriel Muñoz Salas es un niño de 11 años que nunca se ha quedado quieto: a lo largo de su vida ha mostrado un vivo deseo por trabajar y emprender, que se remonta desde que tenía cuatro años.
Sus padres recuerdan que él constantemente les pedía que le dieran algo en qué ocuparse, por lo que empezaron a delegarle pequeñas obligaciones.
Su madre, Jessica Salas, cuenta que ella y su esposo Wagner Muñoz, le pagaban ¢1.000 para que empacara las compras del supermercado de la familia.
De igual manera, cuando iban a almorzar o a cenar a un restaurante, hablaban con los trabajadores del establecimiento para que le dieran la oportunidad a Gabriel de servirles la comida a sus familiares y así se ganaba una propina.
Actualmente, tiene un emprendimiento denominado GMS Joyería, a través del cual confecciona bisutería, como pulseras, collares, aretes, rosarios y anillos.
Esta Navidad tuvo la oportunidad de desarrollar una colección navideña, con colores de la época, que pudo vender en un evento en Avenida Escazú.
El jovencito dedica un sábado completo una vez al mes y otros espacios de su tiempo libre para elaborar su joyería, la cual comercializa en la oficina de su mamá, donde sus abuelos y otros familiares, así como en ferias nacionales. Él participó el año pasado en una actividad en México donde ofreció sus artículos al público.
Una cualidad de Gabriel es que procura ahorrar lo más que pueda y desde los cinco años tiene una cuenta bancaria en la que acumula más de ¢400.000 de lo que ha obtenido.
También aprovecha para darse uno que otro gustito y comprarse Legos e igualmente utiliza una porción de lo que obtiene para comprar materiales para su empresa.
“Yo ahorro para cuando sea grande poder tener dinero ya guardado y poder pagar tal vez la universidad o ir a estudiar a otro país con ese dinero”, explicó Gabriel.
Cada vez que él tiene cierta cantidad (¢20.000 o ¢30.000), uno de sus padres lo acompaña al banco a depositar el dinero.
La actitud positiva de Gabriel motivó a los progenitores del niño a abrirle una cuenta de ahorros a su otro hijo de tres años, Mauro.
“Se la abrimos pensando en que lo que había querido hacer Gabriel (tener su cuenta) era algo bonito que podíamos enseñarle a nuestro otro hijo a hacer”, comentó Salas.