Opinión

Las tres voces de mi alma

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Franz Liszt era, en realidad, el nombre "genérico" de muchos compositores: el poeta, el acróbata circense, el místico, el contemplativo, el desatador profesional de tempestades, el pulverizador de teclados, el visionario, el alucinado, el asceta, el seductor, el pedagogo apostólico, el tsunami sexual... Su pecado más grande consistió en la hybris. ¿Quién podría reprochárselo? Su música es tan bella y tan fascinante su personalidad, que todo hemos de perdonárselo. Ego te absolvo, Franciscus. (Istock)







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