La Reserva Federal de Estados Unidos, con su decisión de retrasar la suba de las tasas de interés, decidió mantener su política monetaria por más tiempo de lo que muchos inversionistas en un principio creían.
Los factores principales que guiaron su decisión fueron los riesgos que generan los problemas en las economías internacionales, especialmente China, en conjunto con un nivel bajo de inflación, que no dan vía libre para un cambio de rumbo en la política monetaria.
En un principio, la Reserva Federal tenía un doble mandato: el máximo empleo y la estabilidad de los precios (que se traduce en un 2% de inflación en el largo plazo).
Tratando de lograr ambos objetivos, la organización está cerca del primero, pero lejos del segundo.
De hecho, sólo ahora, varios años después de la crisis financiera, el mercado laboral de Estados Unidos finalmente está sanando y aproximándose al pleno empleo.
Sin embargo, la inflación sigue baja. Ahora, por más de que las perspectivas de inflación se acerquen a los objetivos, según los anuncios de Janet Yellen, los recientes desarrollos financieros y económicos a nivel global pueden tener repercusiones sobre la actividad económica en Estados Unidos, y podrían generar presiones deflacionarias que hacen menos relevante una política restrictiva.
Este anuncio resaltó la incertidumbre que tiene el Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC por sus siglas en inglés) sobre las implicaciones que puede tener la desaceleración en China y la apreciación del dólar, sobre la economía americana.
El énfasis de la organización se vio sobre todo en las cosas que pueden salir mal, versus las cosas que están saliendo bien. Los oficiales afirmaron que esperan lograr el objetivo de inflación del 2% recién en el 2018, de acuerdo a la media de las estimaciones de los reguladores.
Para Latinoamérica, ¿porqué son buenas noticias? Por un lado, el impacto inmediato en la región fue una apreciación de las monedas en mercados que vienen viendo una clara caída como Colombia y México, por la apreciación del dólar ante la expectativa inminente de tasas.
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A nivel macroeconómico, que las tasas sigan bajas ayudan a mantener el apetito al riesgo de los inversionistas. Es decir, los inversionistas globales mantendrán su dinero en mercados con mayores probabilidades de ganancia versus Estados Unidos que por lo menos hasta Diciembre seguirá en la misma política monetaria que implica bajos retornos para ellos.
Por otro lado, a la región le beneficia que por ahora no suban las tasas porque una vez que lo hagan, le pegará fuerte a las economías de los países y sus Bancos Centrales también se deberán ajustar a la tendencia y subir sus tasas.
Además, el cambio en política monetaria es probable que sea acompañado por una turbulencia en los mercados y en particular, grandes desafíos para mercados emergentes.
Postergar la subida de tasas implica un alivio para Latinoamérica. Le da un respiro a la región, postergando algo de volatilidad y movimiento de capitales, al tiempo que sus monedas recuperan al menos una parte del camino hacia un mejor valor global.
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