Exportadores, importadores, inversionistas y periodistas de varios medios, me han consultado acerca de qué sucederá con nuestro comercio con el Reino Unido, de concretarse el Brexit. La respuesta a esta altura del desarrollo del proceso es simple: aún no podemos anticiparlo.
Cuando se anunció el resultado del referendo, se encontraba sesionando en Roatán el Comité que está a cargo de la administración del Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea (Aacue). Lógicamente, las noticias que llegaban del Reino Unido fueron tema de discusión. Pero las autoridades de la Comisión Europea participantes en la reunión, por instrucciones de Bruselas, se apresuraron a advertir que no especularía, que debía esperarse a que Londres y Bruselas oficializaran la ruta a seguir.
El resultado del referendo británico tomó por sorpresa a casi todos. Un mes después del referendo, aún Michael Froman, Representante Comercial de los Estados Unidos, al finalizar una reunión con los Secretarios Mark Price y Sajid Javid –de Comercio y Negocios del Reino Unido respectivamente–, declaró a la prensa que Estados Unidos –y yo agregaría también a la UE y el resto de países–, no puede iniciar conversaciones, en tanto las nuevas autoridades del gobierno que encabeza Theresa May, definan sus estrategias, soliciten e invoquen los procedimientos formales establecidos en la legislación comunitaria europea para el retiro del Reino Unido de la UE, y abran conversaciones con sus contrapartes de las instituciones comunitarias y de otros países significativos en su comercio.
Existe amplio consenso en que las nuevas autoridades británicas no podrán suscribir ningún acuerdo comercial, en tanto el Reino Unido sea parte de la UE, pues bajo la legislación comunitaria europea, la UE tiene competencia exclusiva en materia de comercio, que incluye la negociación de acuerdos comerciales con otros países. Su proceso de salida tiene que definirse y acordarse.
Existe amplio acuerdo en que cualquier forma que tome el comercio exterior británico, estará altamente determinada por su relación con la UE. Un formato podría ser similar al que utiliza Turquía, cuya arquitectura tiene forma de unión aduanera.
No obstante, Turquía mantiene su soberanía en materia de política comercial y se establecen una gran cantidad de excepciones al modelo, en particular para productos agrícolas. Podría seguir el modelo noruego, altamente apegado a la UE al condicionarse el acceso al “espacio económico europeo”, a la aceptación de las cuatro libertades fundamentales de su mercado interior, que con- lleva la libre circulación de mercancías, trabajadores, servicios y capitales. O bien el modelo suizo, mediante el cual Suiza y la UE han concluido cerca de 120 acuerdos a nivel bilateral en sectores como servicios financieros, pensiones, movimiento de personas y comercio, entre muchos otros. Los tres modelos planteados son compatibles con el mantenimiento de soberanía sobre su política comercial, uno de los objetivos propuestos por quienes promovieron la salida.
Por tanto, anticipar qué arquitectura formal tendrá el comercio entre Costa Rica y el Reino Unido es hoy un ejercicio de adivinación. Debemos esperar la evolución de los diversos procesos y cómo se acomodará Reino Unido con sus principales socios comerciales. Nuestra relación se acomodará marginal y posteriormente, pues nuestro comercio bilateral es relativamente pequeño. Desde la perspectiva costarricense, el mercado del Reino Unido es estratégico, por lo que seguiremos de cerca este proceso para poder actuar oportunamente.
Desde Procomer, seguiremos trabajando en el fortalecimiento y aprovechamiento de las oportunidades comerciales. En la reciente visita del presidente Solís al Reino Unido, se confirmó a las autoridades británicas que Costa Rica está preparada para discutir mecanismos y formas para que nuestro comercio bilateral se fortalezca.
El Reino Unido es una gran nación. Su historia es única. Ha pasado por periodos de expansión y contracción. Por siglos dominó el comercio marino.
El comercio está en el ADN de la nación. Ha sido y seguirá siendo, el eje de su crecimiento y desarrollo, por lo que los británicos del siglo XXI, al igual que sus predecesores, encontrarán la forma de seguir potenciando el comercio internacional como el pivote de su desarrollo y bienestar.
NOTA: El autor es Ministro de Comercio Exterior.