Hoy en día, Costa Rica cuenta con una matriz energética donde el 30% de su energía es eléctrica y producida casi en su totalidad por fuentes renovables (alrededor del 92%). El restante 70% es energía proveniente del consumo de hidrocarburos. Según datos de Cepal, Costa Rica consume 6,13 bep por habitante, siendo el mayor consumidor de energía en Centroamérica.
Es ahí donde hay un reto en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y en la reducción de la huella ecológica. En palabras sencillas, ser más eficiente en el consumo de bienes y servicios que sacamos de la madre tierra.
Por otro lado, según la meta país de ser carbono neutral al 2021, nos quedan tan solo 8 años. Es aquí donde hay que empezar a impulsar el talento profesional hacia una economía verde que nos transforme a una economía baja en emisiones GEI, altamente eficiente o, como algunos dicen, un “océano azul” de desarrollo como pocas veces hemos visto.
El Pnuma define como economía verde “una propuesta alternativa y mucho más sostenible de hacer negocios. Una economía verde se describe como una economía que tiene como resultado mejorar el bienestar humano y la equidad social, reduciendo significativamente los riesgos ambientales y la escasez ecológica”. En otras palabras, se puede definir como un entorno económico que reduce su impacto en emisiones de GEI, aumenta la eficiencia en el uso de los recursos y contribuye a una sociedad más equilibrada.
Ahora bien, dentro de una economía verde se generan empleos verdes. Pero ese talento verde no se obtiene de la noche a la mañana. Acuñar y desarrollar la definición de un empleo verde para una sociedad como la costarricense es parte de la tarea de crear la estructura de la economía sostenible por la que se va trabajar. Este cambio necesita un semillero dentro de las universidades utilizando las herramientas de investigación y desarrollo con apoyo estatal y privado, y este debe convertirse en uno de los pilares del crecimiento económico del país.
Con un perfil eficiente
Para definir qué es talento verde necesitamos precisar el perfil del individuo. De manera inicial se puede decir que es aquella persona que tiene un visión holística de su profesión y entorno, buscando ser lo más eficiente posible con el uso de los recursos disponibles en su organización, teniendo el menor impacto en el ambiente, y produciendo bienes y servicios de calidad mundial.
Al favorecer como sociedad el talento verde, estamos formando ciudadanos más conscientes del cuido general del país, colaboradores más aptos en las empresas para enfrentar los retos de un mundo cada vez más dinámico, y emprendedores con innovaciones que mejoran la calidad de vida de la sociedad en general. Si observamos el entorno del mercado costarricense, ya existen esfuerzos desde la sociedad civil y de los empresarios en generar productos, y bienes y servicios en esta línea (i. e. Fifco y Geocycle de Holcim, entre otros)
Por otro lado, el Estado ha tratado de hacer lo suyo con políticas de carbono-neutralidad y eficiencia energética, acciones que aún son incipientes pero dan un eje de acción país. Por parte de la cooperación internacional tanto la GIZ-Alemania, como el Banco Mundial y PNUD, han apoyado con programas y esfuerzos puntuales.
Un ejemplo es el recién finalizado Programa Cyma de la GIZ que apoyó el desarrollo de planes de acción municipal para el manejo de residuos y dio paso a la Ley de gestión integral de residuos .
Pareciera que cada uno ha puesto su aporte a la iniciativa. Entonces, ¿qué falta? Lo que falta es que muchos más se matriculen en esta tarea. La iniciativa de crear talento verde no solo empieza desde las empresas sino desde cada individuo. Esto no es una táctica de mercadeo, es una estrategia para poder enfrentar los retos que se nos avecinan desde lo económico hasta lo medioambiental.
Ser un ciudadano, empleado, empresario, artista, agricultor, o profesional verde no es una moda, o una camiseta de trabajo de 8 a. m. a 5 p. m., es una estrategia personal, organizacional y de país que todos debemos asumir 24/7.
¿Por qué debo participar? La razón es simple, porque todos queremos ciudades y barrios más limpios, libres de contaminación y ordenados. Todos queremos transporte público ágil, moderno y eficiente. Todos queremos alimentos libres de sustancias tóxicas, que nos ofrezcan mayor salud para nuestros hijos. Porque merecemos tener una mejor calidad de vida y esto nos afecta directamente.
La otra pregunta es ¿cómo se empieza? Por dejar de tirar basura en las calles, ahorrar agua en casa y apagar las luces que no necesita. Construya con su familia una estrategia de hogar dónde el ahorro de recurso sea una prioridad.