Los cambios en la regulación para los fideicomisos de obra pública en Costa Rica han impulsado el desarrollo de proyectos de infraestructura administrados por la banca estatal, entre ellos, la ampliación y modernización de edificaciones, plantas para generar energía, nuevas tecnologías de telecomunicación y, en los próximos años, construcción y mejoramiento de obra vial.
Esta herramienta financiera –que fue propulsada por primera vez en América Latina por el jurista y estadista panameño Ricardo J. Alfaro, autor de la ley panameña de fideicomisos del año 1925–, puede versar sobre todo tipo de bienes que estén en el comercio, determinados en el contrato conforme a los requisitos y características en él descritos.
Al ser una figura flexible, con capacidad de cubrir una amplia gama de objetivos, se sitúa como una extraordinaria palanca para el desarrollo socioeconómico de una región o nación, al punto de que la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (Ucema) creó la Cátedra de Fideicomiso.
Mecanismo flexible
En nuestro país, el fideicomiso como contrato –donde una entidad transfiere bienes o derechos a otra para que los administre– ha ido en aumento porque permite al gobierno obtener financiamiento para obras de infraestructura y pago de proveedores, sin aumentar la presión fiscal, mientras que, en paralelo, el marco de seguridad que ofrece se convierte en un incentivo para que inversionistas físicos y jurídicos obtengan una rentabilidad segura en proyectos de alto impacto social.
LEA: Problemas de gestión paralizan avance de infraestructura en Costa Rica.
Al ser una herramienta dúctil, que se puede adaptar tanto al ámbito público como al privado, tiene a su vez la capacidad de canalizar los recursos financieros hacia actividades productivas, convirtiéndose también en una alternativa de fondeo para la obra pública, con el efecto colateral de reactivar las economías locales y regionales, al generar ocupación de la mano de obra local.
La percepción de este instrumento, tanto en Costa Rica como en otros países del mundo, coincide con su identidad de ofrecer mayor seguridad y garantías porque genera un patrimonio autónomo con transparencia y eficiencia del uso de los fondos, donde el fiduciario adquiere los bienes transmitidos por el fideicomitente, con el deber de administrarlos conforme la finalidad del contrato, teniendo el cargo de devolver la propiedad de los bienes, al momento de que este se finiquite.
Definitivamente, el fideicomiso es una forma de complementar los proyectos del Estado con la participación privada, bajo contratos que posibilitan el acceso al mercado de capitales, otorgando transparencia a la administración de recursos y la gestión y desarrollo de las obras públicas en un menor tiempo.
LEA: BCR lanza otra marca y crea ‘Esfera’ para la gestión de fideicomisos de obra pública.
Por lo dicho, hay quienes opinan que la contribución más característica y más valiosa proporcionada por el derecho angloamericano a la teoría general del derecho, ha sido el fideicomiso o trust , al margen de ideologías y convicciones políticas.