L a industria aeronáutica mundial está en pleno proceso de expansión. Conforme el ingreso crece en las naciones emergentes, y particularmente en naciones y regiones geográficamente amplias, la demanda por aeronaves y sus equipos periféricos ha venido creciendo de manera importante.
Algo similar ocurre en la industria aeroespacial, en la que el número de satélites y los servicios que empiezan a requerir, implica una expansión de la demanda por componentes y servicios altamente especializados. Hace tres años se nos anunciaba la constitución del primer consorcio aeroespacial de Costa Rica, sustentado en un puñado de empresas pioneras que ya participaban como suplidores en esta exigente industria y, por supuesto, con el enorme impulso y credibilidad que Franklin Chang y Ad Astra le dan a Costa Rica en este campo.
No debe sorprender entonces que 27 empresas que operan en Costa Rica, 14 de capital extranjero y 13 de capital nacional, ya estén activas en estas dos importantes cadenas industriales y que un estudio hecho por Incae y Procomer encuentre que existen al menos 70 empresas que ofrecen potencial de integrarse a estas.
Es también muy importante que la exitosa alianza compuesta por Cinde, Procomer y Comex haya ya empezado a desplegar actividades concretas para estimular la inversión nacional y extranjera en esta industria, con el propósito de convertirla en un nuevo motor de desarrollo para el país.
El desarrollo paulatino de un cluster aeronáutico-aeroespacial en Costa Rica traerá al país múltiples beneficios. Estas industrias, por la naturaleza de los servicios que prestan y el costo y calidad que deben tener sus productos finales, diseñados para muchos años de servicio con total confiabilidad y seguridad, son muy exigentes en cuanto a los estándares que establecen a sus suplidores, lo que ayuda a fortalecer los procesos y a mejorar las capacidades de todas las empresas del sector y, a través de éstas, de sus propios suplidores. El resultado es un incremento en todos los estándares de producción que luego permean a otras industrias y empresas, convirtiendo el cluster no sólo en un exitoso sector para el país, sino en un catalizador de cambios positivos en todo el sector de manufactura. Algo así como lo que otras empresas emblemáticas hicieron por el sector de electrónica y servicios off-shore en el pasado.
Es importante tener en cuenta que un cluster no se hace, sino que resulta de crear condiciones superiores de productividad que permitan a las empresas de una industria o conjunto de industrias relacionadas, alcanzar niveles de productividad más altos por el hecho de instalarse en él. Resulta de un proceso de inversiones sostenidas y de especialización paulatina del clima de negocios relevante.
Un cluster exitoso tiene que fortalecer las condiciones de sus factores de producción: capital humano, infraestructura especializada, energía confiable y a costos internacionalmente competitivos, logística especializada, acceso a capital, innovación constante. Para esto es indispensable alcanzar un cierto grado de especialización en cada una de estas áreas para que realmente las empresas puedan desarrollar sus estrategias, confiadas en que lo que hacen en su organización no va a ser limitado o reducido por condiciones externas.
Un cluster exitoso también crea un tejido institucional diverso en su naturaleza y funciones, que estimula el desarrollo continuo y sostenido de su competitividad, por lo que es fundamental contar con centros de formación, relaciones con las universidades, el desarrollo de investigaciones e innovaciones constantes en centros de investigación especializados, foros de intercambio de experiencias y, en fin, todo un tejido institucional que impulse el crecimiento continuo de la especialización y productividad.
Las condiciones están dadas. Con el liderazgo claro de Procomer, Cinde y las empresas ya activas en el sector, la dinámica del cluster ha empezado. Cabe esperar que otras instituciones relevantes –universidades públicas, el INA, y muchos inversionistas de sectores con potencial– reaccionen para avanzar a paso firme en pos de esta nueva oportunidad de avanzar en nuestro desarrollo nacional y de crear oportunidades de mayor calidad para nuestros jóvenes, que a partir de hoy podrán soñar con carreras de ingeniería, diseño, ciencia y tecnología en estas dos demandantes industrias.