Si piensa que todos los plásticos ya desechados y recuperados del mercado, se logran reciclar adecuadamente, se equivoca.
Hay un tipo de plásticos que, por su composición química, provocan dolores de cabeza para quienes trabajan a favor de una nueva cultura del reciclaje y por el aprovechamiento de residuos.
Es el caso del Policloruro de Vinilo (PVC), los ácidos resínicos presentes en adhesivos de algunas etiquetas, en los revestimientos de tapas de Etileno Vinil Acetato (EVA) y los llamados PET termoformados.
Ejemplo de estos últimos son los recipientes y bandejas para alimentos congelados o preparados. También las tapas, sellos con cierres de aluminio y etiquetas metalizadas.
Debido a su contenido de cloro, en el caso del PVC, los centros de acopio no los reciben porque no son valorizables; si lo hacen, tienen que asumir el costo del transporte, clasificación y separación.
Entonces, terminan en rellenos sanitarios o en vertederos municipales, sin ningún tipo de tratamiento. La única opción es exportarlo a países con tecnología e industria capacitada, pero no hay un reglamento que obligue a ningún eslabón de la cadena a hacerlo.
Ni como combustible
Para los hornos cementeros, acostumbrados a utilizar muchos materiales plásticos para transformarlos en combustible y sustituir así el uso de hidrocarburos en el proceso de fabricar cemento, los plásticos como PVC se convierten en un problema.
Su alto contenido de cloro limita su coprocesamiento por razones técnicas, operativas, ambientales y de seguridad, explicó Wilkie Mora, gerente general de Servicios Ambientales de Geociclye, empresa hermana de Holcim.
En el país hay al menos dos grandes fabricantes de este tipo de plástico: Aliaxis (Durman) y Amanco Mexichem.
En el caso de Aliaxis, los rechazos de producto son reciclados al 100% con equipo y maquinaria propia. Según su director general, Francis Durman, muchas veces se compran desperdicios industriales de otras compañías.
La legislación nacional acepta el cloro como químico contenido en materiales, el problema está en su procesamiento en la etapa posconsumo.
La compañía Total Pet, que produce preformas y botellas de PET y RPET (Tereftalato de Polietileno), no tiene capacidad de recibir ni reciclar PET termoformados ni PVC.
En el primer caso, explicaron Andrea Chacón y Mariela Gómez, gerentas comercial y de cumplimiento, respectivamente, no son fáciles de diferenciar de otros plásticos y, por tanto, los contamina en la corriente del reciclaje. En cuanto al PVC, además de ser difícil de separar, al ser incinerado, genera gases ácidos.
Otros usuarios de plásticos como Florida Bebidas y Coca-Cola Femsa, utilizan solo plásticos 100% reciclables, libres de PVC. Descartan también el tipo termoformado.
Para aquellos que el mercado sí logra reciclar o bien coprocesar, Coca-Cola Femsa desarrolla programas de recuperación en ríos, playas y comunidades.
Arturo Campos, director de Asuntos Corporativos, contó que se han recuperado más de 500 millones de botellas en la última década.
Este material se envía a la planta de reciclaje en Naranjo de Alajuela y luego se exporta a China, México o Vietnam para elaborar nuevos envases o fibra textil.
Con el PVC, el objetivo de la Fundación Aliarse y de organizaciones vinculadas al tema, es que la Ley 8839 obligue a todos los actores de la cadena (fabricantes, importadores, consumidores y recicladores) a hacerse responsables de su disposición final y adecuado tratamiento.