Washington.-El presidente de Estados Unidos, Donald Trump anunció este jueves que Estados Unidos se retirará del acuerdo de París sobre cambio climático, aunque dijo que su gobierno está dispuesto a negociar un nuevo entendimiento relativo al clima.
"En el día de hoy, Estados Unidos cesará toda implementación del acuerdo de París y las pesadas cargas financieras y económicas impuestas a nuestro país", dijo Trump durante una ceremonia en los jardines de la Casa Blanca.
Antes de que Trump planteara siquiera la posibilidad de desechar la participación estadounidense en el famoso tratado de 2015, Coca-Cola y el gigante de la ingeniería General Electric (GE) ya se habían comprometido a reducir sus huellas de carbono en un 25% y 20%, respectivamente, para 2020.
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Mientras tanto, Apple se jacta de conducir sus operaciones en Estados Unidos con un 100% de energía renovable.
"Creemos que el cambio climático es real y la ciencia es bien aceptada", señaló el director general de GE, Jeff Immelt, el mes pasado, marcando un claro contraste con un gobierno que cuenta con destacados funcionarios que niegan la existencia del cambio climático.
Esta foto del 2017 muestra un techo cubierto por páneles solares en Brooklyn, Nueva York. Incluso si el presidente Donald Trump retira a Estados Unidos del acuerdo de París sobre el cambio climático, los esfuerzos locales por combatir el calentamiento global continuarán. [side_to_side]
El gigante de la agroindustria Monsanto señaló a la AFP que estaba "comprometido" a ayudar a "los agricultores a adaptarse y mitigar el cambio climático".
Incluso los pesos pesados del sector energético -esos que aparentemente tienen más que perder con normas ambientales más duras- se están uniendo a la tendencia iniciada por el acuerdo de París, cuyo objetivo es mantener el calentamiento global "muy por debajo" de 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales.
El gigante petrolero Chevron "apoya continuar con el acuerdo de París, ya que ofrece un primer paso hacia un marco global", dijo la portavoz de la empresa, Melissa Ritchie.
Su rival ExxonMobil recientemente exhortó a la Casa Blanca a que no abandonara el tratado sobre el clima para responder eficazmente a los "riesgos" climáticos.
Hace apenas unos años, el mundo de los negocios estadounidense utilizaba todo su peso para impedir negociaciones sobre el clima, lo que condujo al colapso de una cumbre en 2009 en Copenhague.
Pero muchas empresas ahora ven su imagen en juego en Estados Unidos, donde las encuestas de opinión indican que el público está preocupado por el calentamiento global y quiere permanecer dentro del acuerdo de París.
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Si bien la conciencia ambiental creciente ha jugado su papel, la conversión corporativa de Estados Unidos no es solamente el resultado de impulsos por hacer lo correcto.
"Las empresas están aumentando sus compromisos en el área climática independientemente de la decisión (de Trump ) porque les ahorra dinero, reduce sus riesgos y, lo más importante, es una oportunidad de mercado masiva", dijo Kevin Moss, del Instituto de Recursos Mundiales.
El balance ha cambiado en los hechos. Los principales inversores están dejando los combustibles fósiles y las empresas se enfrentan a una creciente presión para adaptar sus modelos de crecimiento a un mundo sin carbono.
"Nuestros clientes, socios y países están exigiendo tecnología que genere energía al tiempo que reduzca las emisiones, mejorando la eficiencia energética y reduciendo los costos", dijo Immelt de GE.
En los últimos años, los precios del petróleo están por el suelo, con un barril de crudo de referencia rondando los $50, por debajo de los más de $80 de hace una década. Como resultado, invertir en el sector es mucho menos rentable.
Como señal de estos tiempos, los accionistas de Exxon votaron el miércoles para obligar a la empresa a evaluar el impacto financiero de las políticas climáticas sobre su actividad y revelar cómo pueden afectar los ingresos de la compañía.
Trump también se ha comprometido a reactivar la industria del carbón, pero dado el auge del gas natural, que produce 50% menos dióxido de carbono y es mucho más barato que el carbón, la mayoría de los expertos cree que será una meta difícil de lograr a gran escala.
Sin embargo, el "fracking" o fractura hidráulica -una técnica de extracción de gas natural- también se enfrenta a fuertes críticas por su impacto ambiental. Los costos de las fuentes de energía renovables, como las energías eólica y solar, han disminuido drásticamente, gracias en parte a las inversiones y subsidios públicos que han hecho que el sector sea más atractivo.
Melissa McHenry, portavoz de la principal generadora estadounidense American Electric Power, dijo que la empresa se diversificó en energías renovables y estaba invirtiendo "en generación renovable y otras innovaciones que aumentan la eficiencia y reducen las emisiones".
Lynn Good, jefe de Duke Energy, dijo a The Wall Street Journal que "debido al precio competitivo del gas natural y a la disminución del precio de las energías renovables, seguir eliminando carbono tiene sentido" para ellos.
Todavía hay escepticismo en ciertos sectores, particularmente respecto a los costos de las políticas climáticas.
El American Petroleum Institute, un organismo que representa a 625 empresas, desconfía de "mandatos gubernamentales que podrían aumentar los costos de energía", según el portavoz Eric Wohlschlegel.
Pero Kevin Moss aseguró que la retirada del acuerdo de París no detendrá el impulso y que las compañías seguirán su camino actual "incluso sin él, porque todo el mundo lo está haciendo".
"Los únicos países junto a los que estaremos si nos retiramos son Siria y Nicaragua", dijo.