Hace cuatro años, Starbucks compró una finca de 240 hectáreas en las faldas del volcán Poás, en Alajuela, su primera hacienda cafetalera en el mundo.
Así fortaleció su relación con Costa Rica, que inició hace más de 40 años con la compra del grano producido en el país y que se consolidó al abrir su primera oficina de apoyo para los productores en el 2004.
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Ya hay ocho países que tienen oficinas para respaldar a los caficultores, entre ellos, Colombia y México. No obstante, Hacienda Alsacia sigue siendo la única en propiedad de Starbucks.
Empero, ¿qué ve en Costa Rica esta empresa con más de 25.000 cafeterías en 75 países?
Carlos Mario Rodríguez, director de agronomía de la compañía, argumentó que el café tico posee un perfil muy particular y que por su calidad, en cuanto a acidez y complejidad, ha sido estratégico y fundamental.
Es por esto que la empresa asegura que invierte fuertemente en la finca (aunque no aportan la cifra) para potenciar tanto las tareas comerciales, de investigación y capacitación que se ejecutan en ella.
Sus esfuerzos ya empezaron a dar frutos debido a que en este inicio de año presentó el primer café cultivado en las faldas del Poás. El café Hacienda Alsacia se comercializa de manera exclusiva en las 11 cafeterías que hay en el país.
Para la empresa, este es uno los múltiples éxitos que quiere cosechar, por lo que se espera que su nivel de inversión se mantenga o se intensifique en el transcurso de los próximos años.
Lo que se hace en la finca
En Hacienda Alsacia se desarrollan tareas comerciales, de investigación y de capacitación. Todas se realizan, según la firma, con el propósito de mejorar y asegurar el abastecimiento de café de calidad a mediano y largo plazo.
Con este objetivo, trabajan para la compañía 35 personas de forma permanente y 360 cuando se realizan las labores de cosecha.
“En el sentido comercial lo que nos interesa mucho es conocer en detalle cuáles son los retos que los productores tienen en sus países, en la región y a nivel global, así como, afinar los costos de producción”, explicó Rodríguez.
Mientras, la división de investigación se concentra en buscar nuevas variedades con resistencia a la roya y, además, en hallar otras que tengan un excelente perfil de taza. Para hacer esta labor, tienen 10 de las 170 hectáreas con café que hay en la finca.
Quienes están en esa división de la compañía trabajan con material local, que ha sido adquirido o que está en la colección del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie).
“Catie tiene una colección importante de café, y hay materiales de diferentes países. Son materiales que ya están en el país y lo que hemos hecho es depurárlo y mejorárlo con la base genética que ya se tiene”, detalló.
Aunado a esto, Starbucks brinda capacitaciones a los múltiples socios de la empresa. Por ejemplo, grupos los visitan cada año para recibir un curso intensivo de tres días en los que se tocan temas como la producción de café, el beneficiado en su finca y en otras, además, se visitan microbeneficios.
También la hacienda posee un salón de conferencia que fue creado para dar capacitaciones a productores y exportadores.
Las inversiones
Poner en marcha un plan de renovación de los lotes, fue una de las primeras decisiones que tomó la firma al comprar la hacienda.
“Había lotes que requerían atención inmediata. Lo que hemos hecho es desarrollar un modelo económico de manera que podamos ir renovando sin sacrificar la producción integral de la finca”, manifestó Rodríguez.
El proceso de renovación tiene un avance del 40% y se estima que podría concluir dentro de unos cinco o seis años.
Asimismo, en los últimos cuatro años, Starbucks invirtió para mejorar el beneficio húmedo, la infraestructura (como por ejemplo, edificios y caminos), así como en la compra de diversos equipos.
Con miras al futuro, la empresa no solo prevé continuar con la renovación de los lotes sino que renovará el beneficio seco para poder alinear el aumento de productividad con la capacidad de proceso de la finca.
A mediano plazo, también pretenden seguir con la generación de nuevas variedades combinando factores como la resistencia la roya, productividad y un excelente perfil de taza.
“Hemos venido evaluando algunos microorganismos biológicos para el control de enfermedades y eso también es de nuestro interés. Las semillas de las variables nuevas que se generen se donarían a los productores; no hay interés en vender sino en aportar a mejorar y mitigar los problemas con el café”, añdió Rodríguez.
La empresa ejecutará los proyectos sin dejar de lado la búsqueda de los llamados “café reserva” que actualmente no se comercializan en territorio costarricense.
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Mónica Bianchini, gerente para Costa Rica de la marca, explicó que ese tipo de productos provienen de microlotes de excelencia de taza. “Salen unas 2.000 bolsas, se venden rápidamente y eso es lo que hubo”.