Lo que pudo convertirse en un problema ambiental de grandes proporciones y terminar con la clausura de un negocio porcino, resultó en un proyecto de autoabastecimiento energético y en el biodigestor más grande del país.
Hace dos años, el Ministerio de Salud y el Tribunal Ambiental Administrativo llegaron a Coris de Cartago –donde la empresa Porcina Americana tiene su granja– para girar una orden sanitaria de cierre por el impacto que causaba la incorrecta disposición de los excrementos.
Era imperativo pensar en una solución no solo para evitar el cierre, sino para mantener el negocio en el largo plazo.
La empresa buscó asesoría de la firma Ingenya y esta, a su vez, se alió con el Programa 4E de la Agencia de Cooperación Alemana (GiZ).
Energía para todo el día
Ahora, las excretas de unos 25.000 cerdos son las responsables de alimentar el biodigestor: una tecnología para la producción de energía renovable que utiliza como fuente generadora la descomposición de materia orgánica.
Felipe Wexler, ingeniero socio de Ingenya y director del proyecto del biodigestor, explicó que el sistema generará, cuando funcione a toda su capacidad, 250 kWh durante 16 horas diarias y requerirá para ello 150 metros cúbicos de excretas al día.
El biodigestor tiene una base mayor de 20 por 50 metros y una capacidad además de almacenar 1.600 metros cúbicos de biogás.
Existen más de 600 proyectos similares en el país.
Por sus dimensiones y capacidad del mecanismo, la granja de Porcina Americana podrá autoabastecerse completamente con la energía generada en la planta.
“De modo que la factura eléctrica pasará a ser prácticamente cero”, dijo Wexler.
Antes de la existencia de la planta de biogás, la empresa contaba con tres lagunas de oxidación donde vertía las aguas residuales de la granja y, de allí, pasado un tiempo, iban a parar a un cuerpo de agua.
Lo que sucedió fue que estas lagunas fueron perdiendo capacidad por la sedimentación. Era necesario buscar otra alternativa para el tratamiento de las aguas y, de pasó, se pensó en amortizar la inversión del nuevo sistema por medio de ahorro energético.
El costo del proyecto fue de $1,5 millones.
Sustituir las fuentes contaminantes a base de derivados de petróleo y echar mano de tecnologías limpias constituyen la ruta elegida por muchas compañías avícolas, porcinas y ganaderas.
Tío Pelón, por ejemplo, desarrolló en el 2009, en asocio con el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), una planta de biogás aprovechando los desechos de la granja porcina.
Igualmente, 28 finqueros de la zona de Llanuras del Gaspar, en Sarapiquí, apoyados por el Refugio de Vida Silvestre Barra del Colorado, construyeron un biodigestor como fuente de energía para cocinar.
Se estima que el ICE ha desarrollado más de 600 proyectos similares en varias zonas y con diversas actividades productivas.
Lo ha hecho también la Cooperativa Dos Pinos. Su gerenta de Sostenibilidad, Ana Laura Vázquez, comentó que la empresa maneja una fuerte política ambiental con sus productores asociados que contempla el adecuado tratamiento de la boñiga.
Los proyectos desarrollados no son exclusivamente biodigestores, pues se utilizan diferentes tipos de tecnologías y programas de buenas prácticas según la finca, las condiciones del asociado y la zona donde está ubicada.
El reto que tuvo en sus manos Porcina Americana podría fomentar un efecto multiplicador.
“Es una oportunidad para generar energía limpia y renovable. Esto se hace ampliamente en países desarrollados como Alemania, en donde, contrario a Costa Rica, la biomasa ya es el factor determinante”, aseguró Wexler, de Ingenya.
En Alemania, incluso, quienes producen energía a partir de fuentes renovables pueden venderla al sistema eléctrico nacional a precios preferenciales.