En una tarde reciente en Medellín, Colombia, un grupo de 22 visitantes foráneos se reunió para una lluvia de ideas y luego encontrarse con residentes locales.
No estaban de vacaciones. Ni se habían reunido por coincidencia. Eran participantes en un programa operado por Unsettled, una nueva empresa emergente que organiza experiencias de trabajo colaborativo de 30 días en todo el mundo para personas creativas, emprendedores y otros profesionales que buscan combinar el trabajo, los viajes y redefinirse.
La compañía es una de docenas de nuevos programas de trabajo-turismo que pretenden ayudar a los trabajadores conocidos como nómadas digitales a navegar por la experiencia de vivir y trabajar en lugares alejados.
“Si pudiéramos estar en algún otro lugar, experimentando el mundo en un escenario hermoso mientras trabajamos, desafiándonos a nosotros mismos, creciendo profesionalmente, disfrutando de una comunidad de personas de mentalidad similar y conectándonos localmente, ¿qué nos detiene?”, preguntó Michael Youngblood, de 32 años de edad, quien fundó Unsettled con Jonathan Kalan, de 29 años.
El nombre Unsettled (en español “no establecido”) “gira en torno de convertir algo percibido como negativo en algo positivo”, dijo Kalan. “Todos se sienten inestables en algún momento. Si uno no está establecido en un empleo de 9 a 5, entonces ¿por qué no abrazar la incertidumbre?”
El concepto repercutió en Stacey Chassoulas, una mercadóloga digital de Johannesburgo. Se unió al programa de Unsettled en Buenos Aires, Argentina, en el otoño “para cambiar los ritmos de mi vida diaria” y probar las aguas del trabajo remoto con su pareja, Tyrone Niland. Ambos tienen 36 años y les encanta viajar pero querían conservar sus empleos y su casa.
“Yo quería ver si era un estilo de vida que se mezclara con el mundo corporativo”, dijo Niland, socio en Bramel Business Solutions, una pequeña firma de asesoría de capital privado.
“Conceptos como Unsettled son muy nuevos en el entorno profesional de Sudáfrica”, pero su compañía le apoyó “en tanto yo pudiera recibir llamadas telefónicas y responder correos electrónicos”, dijo.
Steve King, un socio en Emergent Research —firma independiente de investigación y consultoría—, dijo que combinar el trabajo y los viajes no era nuevo, pero el interés ha aumentado. “Seguimos sin saber cuántos nómadas digitales hay”, dijo. “Es difícil de medir, pero muy claramente está creciendo a un ritmo fuerte”.
Atribuyó el incremento en el número de trabajadores remotos a la mejora en la tecnología, un mercado laboral cambiante y los vuelos poco costosos. Los dos grupos principales que lo alimentan, dijo, son los millennials interesados en tomarse un tiempo de descanso del trabajo tradicional y los baby boomers que están envejeciendo y tienen los recursos financieros y la flexibilidad.
“Los humanos son seres sociales”, dijo King. “No es fácil penetrar en culturas extranjeras, así que la ayuda en ese proceso es enormemente importante”.
Los recursos disponibles
Los recursos abundan. Incluyen a Nomad List, un sitio web que clasifica los destinos que dan cabida a los nómadas digitales, con base en factores como el costo de la vida, la velocidad del internet y el clima; y grupos como Remote Year y Hacker Paradise.
“Pueden ayudar a hacer posible que vivamos y trabajemos dondequiera que queramos”, dijo Johannes Voelkner, fundador de Nomad Cruise, que organiza cruceros de relacionamiento de dos semanas para nómadas digitales dos veces al año. “Muchas personas piensan: ‘Desearía poder hacer eso’. Pero lo complican demasiado, tratan de cambiar sus vidas por completo en vez de empezar con una breve prueba”.
Voelkner dijo que inició los cruceros hace año y medio para combatir la soledad que sentía como nómada digital. El siguiente viaje, de Colombia a Portugal, está programado para mayo. Un grupo típico es “muy internacional”, dijo; unas 150 personas de unos 30 países.
Roam, una red de propiedades de vivienda compartida en Miami, Bali, Madrid, Londres y ocho lugares adicionales para fines de año, es ideal para los trabajadores remotos “que necesitan una base confiable en diferentes ciudades”, dijo Bruno Haid, el director ejecutivo de la compañía. Cada lugar tiene áreas de vivienda comunales, con salas de reunión, un espacio de coworking y Wi-Fi de alta velocidad, y ofrece actividades sociales, a menudo características del lugar.
“Ofrece una sensación mucho más profunda de la experiencia local y es más asequible que la mayoría de los hoteles y departamentos tradicionales”, dijo Haid. (Los costos empiezan en $1.800 mensuales y $500 por semana). Comparó a Roam con los hoteles de estadía extendida populares entre los viajeros de negocios, pero con un enfoque más fuerte en la comunidad y el diseño.
La mayoría de los huéspedes son “trabajadores independientes, autores y personas de la industria creativa”, dijo, pero “vemos cada vez más empleados” de compañías como Google o el Boston Consulting Group.
Jim Lockard, de 65 años de edad, y su esposa, Dorianne Cotter-Lockard, de 61, cuyos hijos ya se fueron de casa, vendieron su propiedad en California, sus autos y la mayor parte de sus muebles hace poco más de dos años y han estado viajando –y trabajando– desde entonces. Recientemente pasaron 16 semanas en la propiedad de Roam en Miami.
“Realmente nos gusta el concepto del trabajo colaborativo y la vivienda compartida”, dijo Cotter-Lockard, quien dirige una firma de consultoría de liderazgo y desarrollo organizacional. Hasta recientemente, dijo, a menudo reservaban alojamientos a través de Airbnb, pero la conectividad de Internet “era impredecible”.
Ambos dijeron que disfrutaban de las “noches familiares” semanales y las cenas informales diarias, donde la gente cocina en una cocina comunal y cena junta. “Nos da una base hogareña y la oportunidad de conocer gente de todo el mundo”, dijo Lockard, un exagente policial y ministro que ahora escribe y da asesorías.
Estudios demuestran que cuando los empleados tienen la opción de trabajar de manera remota, “el negocio en general es mucho mejor” para “las personas, el planeta y las utilidades”, dijo Kate Lister, presidenta de Global Workplace Analytics, una firma consultora que se enfoca en las tendencias emergentes sobre los lugares de trabajo.
Un nuevo estudio, Future Workforce, dado a conocer en febrero por Upwork (un mercado para el trabajo en línea), encuestó a más de 1.000 gerentes de contratación en Estados Unidos. Encontró que solo 1 de cada 10 creía que la ubicación era importante para el éxito de una nueva contratación; casi dos tercios dijeron que tenían al menos algunos empleados que realizaban una parte importante de su trabajo desde una ubicación remota, y alrededor de la mitad coincidía en que tenía problemas para encontrar el talento que necesitaba localmente.
“El trabajo remoto se ha vuelto convencional”, dijo Stephane Kasriel, director ejecutivo de Upwork. El trabajo in situ en un horario de 9 a 5 “es un remanente de la era industrial”.
Pero hay inconvenientes. “La tecnología no ha llegado ahí todavía”, dijo Lister de Global Workplace Analytics. Muchas empresas no tienen programas para capacitar a sus empleados para trabajar de manera eficaz con trabajadores remotos, y las leyes laborales y fiscales pueden ser un desafío. “Pero el genio salió de la botella y no va a entrar de nuevo”.
Ubicaciones de bajo costo como Bali y Chiang Mai, Tailandia, han atraído desde hace tiempo a los nómadas digitales, pero otros destinos se están poniendo a la par. “Es una de las tendencias que realmente necesitamos comprender si queremos ser relevantes”, dijo, Signe Jungersted, director de desarrollo en Wonderful Copenhague, la organización turística oficial de la región. Cuando la gente altamente calificada se queda por periodos extendidos, no solo promueve el turismo, sino también atrae a los negocios y desencadena la innovación, afirmó.
“Los viajes han cambiado”, dijo Jungersted. “Todos quieren ser residentes locales temporales”.
Pero Niland, de Sudáfrica, dijo que los beneficios eran mundiales.
“La oportunidad de ir a vivir a una ciudad extranjera durante un mes e interactuar con la gente local y experimentar su cultura, eso no tiene precio para mí. Pero, culturalmente, necesitamos comprendernos unos a otros para que el mundo funcione”, dijo. “Y esta es una forma de lograr eso”.