E l éxito no los tomó por sorpresa, pero llegó antes –mucho antes– de lo que ellos mismos esperaban. Enrique Artiñano, Daniel Phillips y Édgar Berrocal son los padres de la Churchilleta y propietarios de la empresa costarricense Los Paleteros.
Los tres fueron premiados la semana anterior como empresarios del año de EF en la categoría de innovación.
Su historia parece sacada de esos libros best seller que cuentan historias de éxito.
“De esas historias que uno nunca cree que pasan, pero a nosotros nos pasó y se siente muy bonito”, comentó Phillips.
El relato de estos emprendedores deja muchas lecciones.
Tras varios de años de amistad, un día de julio del 2015, los tres se reunieron en la casa de Enrique para pensar.
Buscaban una idea que se pudiera desarrollar y convertir en negocio. Una empresa.
Tenían tres propuestas, pero nunca revelan las otras dos. “Nunca se sabe, tal vez en el futuro se puedan desarrollar”, argumentó Artiñano.
Evidentemente, la idea que tomó forma fue la de hacer helados artesanales.
Empezaron con una máquina de helados instalada en la sala de la casa de Daniel. Todos los días durante cuatro meses se reunían en las noches –después de sus trabajos– para probar fórmulas.
Prueba y error. Probaron 20 tipos de leche condensada.
Originalmente La Churchilleta, su producto estrella, iba a ser un helado de cola relleno de leche en polvo.
Con el paso del tiempo la idea se transformó. Enrique les sugirió a sus amigos y socios que hicieran el helado de cola relleno de leche condensada y envuelto en leche en polvo. La receta de los churchill de Puntarenas, pero en forma de paleta artesanal.
Crearon otros sabores de helados y se enfocaron en brindar productos de calidad con características que los diferenciaran del resto del mercado.
En diciembre del 2015, empezaron a vender sus helados en una feria navideña en el Centro de Eventos Pedregal.
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Las redes sociales se aliaron con los astros y el éxito estaba escrito en la ruta de estos emprendedores costarricenses. Ellos no encuentran otra explicación.
Sus helados se hicieron famosos en Facebook, Twitter e Instragram. Las personas se compraban las paletas y publicaban fotografías en sus cuentas.
Pronto el boom superó las expectativas y los obligó a crecer, porque enfrentaron su primer reto: mucha demanda.
En esas épocas no podían producir tantos helados para cubrir al creciente y demandante mercado. No faltó quien llegó a afirmar que eran un mito.
Ahora son una franquicia, tienen sus propias tiendas y, sí, quieren convertirse en un mito.
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