Quizá renunciar a un trabajo no es fácil, pero hay razones de peso que impulsan a optar por desvincularse por completo de una empresa de manera voluntaria.
La decisión se puede llevar a cabo desde dos escenarios: desde un ambiente negativo e intolerable para los principios y valores personales y profesionales; o bien, desde uno positivo, pues el empleado no está mal, pero tiene ofertas atractivas acordes con sus objetivos y el periodo de vida que atraviesa.
El escenario tóxico
Una cultura tóxica, en la que se habla arriba de la mesa de algo, pero por debajo de la mesa y en los pasillos se hacen otras cosas, es una de las primeras situaciones que generan una renuncia, e inclusive, la pérdida de talentos en una corporación, afirmó Miguel López, socio gerente de Recluta TalentHunter.
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Ello involucra un entorno en el que los roles no son claros entre jefaturas, los canales de comunicación están viciados y se puede generar un trato irrespetuoso a nivel profesional y personal.
Otro de los principales aspectos, mencionados por López, que inducen a una renuncia es el tipo de liderazgo que exista.
Es decir, cuando el resultado es negativo al observar cómo es la relación con los superiores, cómo es el trato día a día, cómo se soluciona conflictos y cuál es la claridad de pensamiento mostrada sobre la estrategia de la posición que el profesional debe ejecutar.
Puede ocurrir que ambas se conjuguen (cultura y liderazgo) y se formule un ambiente que no permita ejecutar, mostrar el profesionalismo, destrezas o talento, y más bien los frenen, de tal forma que hacen ver mal al ejecutivo.
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“La falta de aprendizaje y valor en lo que propongo o sugiero en muchas ocasiones motivan una renuncia. También cuando tenemos un gran potencial y todo se ve limitado producto de la cultura, estrategia y forma de operar de la firma”, manifestó Cristina Cubero, directora de Capital Humano de Deloitte.
Para la especialista, el panorama más complejo es cuando hay temas en el ambiente laboral, en la dinámica de la jefatura y el equipo de trabajo que afectan el compromiso y la capacidad de desempeño, por lo que la persona no se siente bien y hasta su salud o calidad de vida se ven afectadas.
“La cultura se come siempre a la estrategia. A usted lo pueden contratar en una buena empresa o institución y en el momento le dicen la estrategia, las tareas, responsabilidades y presupuesto, pero cuando está dentro, la cultura se comió toda esa estrategia; entonces usted nunca va a poder ejecutar, y aunque busque todos los medios es muy difícil que se vea bien”, externó López.
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De acuerdo con el registro de Recluta TalentHunter, actualmente entre un 70% y un 80% de los altos ejecutivos que salen de las empresas lo hacen por su mala relación o una relación inexistente con sus jefes o superiores.
De acuerdo con estudios de ManpowerGroup Costa Rica, en este momento hay una tendencia en el país que afecta a las firmas y es que se renuncia a los jefes y no a las empresas, informó Dahaina Arias, gerente de reclutamiento de la firma.
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Cubero agregó que se pueden enfrentar problemas menores que se pueden negociar antes de renunciar, aunque existe la posibilidad de que se prometan cambios y herramientas de mejora y nunca se concreten.
En un ambiente positivo
Cuando se renuncia a un ambiente positivo, en el que el colaborador se siente cómodo y satisfecho con su trabajo, por lo general es porque aparecen ofertas muy atractivas y que se adaptan a los objetivos de cada persona.
Un mejor salario, flexibilidad de tiempo y horarios, mayor crecimiento profesional, opciones de estudio y otros incentivos de aprendizaje, son de los principales aspectos que impulsan el cambio.
Los especialistas coinciden en que la decisión de renunciar no es igual de fácil para todos por un asunto de estilo de vida, obligaciones y objetivos que se tengan en ciertos periodos de la vida.
Hay personas que tienen varios dependientes de su salario o un nivel de lujo al que no están dispuestos a renunciar, y anteponen su salario.
Sin embargo, actualmente, la gente valora más y pone en una balanza la calidad de vida personal y laboral, explicó López.
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Para Cubero, hay elementos que están por encima de cualquier salario y no son negociables, como la salud o integridad de la persona.
Para los expertos, en este momento las empresas deben trabajar cada vez más en que no solo se predique una cultura sana sino, que el personal la viva, la sienta y por lo tanto la pueda reflejar con equilibrio de vida, satisfacción y buenos resultados para la firma y para el trabajador.
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Recluta TalentHunter ha identificado que es necesario que las firmas den pasos a la adaptación de una cultura sana, de integración de generaciones, sinergias y aprovechamiento de ideas y experiencia.
La salida
En cualquier escenario de renuncia, es importante tener un plan o estrategia de salida, a saber, analizar si se tienen los medios para sostener las finanzas personales o familiares mientras se obtiene otra o mejor opción laboral.
También seleccionar bien dónde quiero ingresar, la cultura, el ambiente y profesionalismo en el que procuro trabajar.
“Es muy importante el tema de cultura organizacional, identificar si mis valores y principios de persona se ajustan a los de las compañía o no”, resaltó Arias.
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Realizar una buena negociación y salir bien, con altas cuotas de buen trabajo y logros, lo que se convierte en el mejor punto de referencia que favorecerá el currículo y experiencia para elegir un nuevo y mejor lugar de trabajo.
En caso de que la persona sepa que necesita renunciar, pero definitivamente no puede sostenerse mientras encuentra otro empleo o tampoco quiere cambiar su nivel de vida, es recomendable buscar opciones y enganchar otro empleo que cumpla sus expectativas antes de renunciar.
Eso sí, debe ver cuánto está en juego y qué está dispuesto o no la persona a seguir soportando, principalmente en caso de que trabaje en un ambiente tóxico.