Cuando sonó la alarma de sunami, los trabajadores de una centenaria fábrica de salsa de soya en el noreste de Japón huyeron hasta una colina cercana para ponerse a salvo, y contemplaron incrédulos cómo las aguas se tragaban la fábrica.
Todos pensaron que el negocio fundado en 1807, y sus preciosos cultivos de hongos que dan a la salsa de soya su sabor único, estaban perdidos para siempre. Todos, salvo Michihiro Kono, miembro de la novena generación de la familia fundadora.
Cuatro años después, Yagisawa Shoten Co. está a salvo gracias a la convicción de Kono, al micro mecenazgo y a la inesperada supervivencia de su ingrediente esencial.
"Si no te rindes, no importa lo doloroso que llegue a ser, siempre habrá una manera", dijo Kono, de 41 años.
Kono sucedió a su padre en la presidencia de la empresa poco después del desastre y la mantuvo en marcha, incluso cuando no tenía un solo producto que vender. Los daños se estimaron en 220 millones de yenes ($2 millones) .
Al conocerse la situación de la histórica empresa, el micro mecenazgo se convirtió en su salvavidas. El sitio Music Securities Inc., de Tokio, recaudó 150 millones de yenes ($1,5 millones) de simpatizantes en todo el país. Cada mecenas dio 10.000 yenes ($100), la mitad como inversión y la mitad como donación directa. Además, la empresa recibió ayuda del gobierno.
"Somos una empresa en un lugar perdido y no conocíamos mucho sobre el micro mecenazgo. No teníamos una imagen muy buena. Pensamos en adquisiciones de fondos buitre", dijo Kono. "Pero resultó ser un gran sistema para una empresa como la nuestra" .
Desde el principio, Kono siguió pagando los salarios de sus 38 empleados —más de la mitad de ellos mujeres— y en un principio les pidió que hicieran tareas como repartir alimentos de emergencia y ropa a las víctimas del sunami. Una persona sin trabajo, en su opinión, pierde la fuerza mental para seguir adelante.
Para mayo de 2011, Yagisawa volvía a vender salsa de soya, fabricada por otras compañías. Kono convirtió una vieja posada en la ciudad en su oficina y después construyó una nueva fábrica en una localidad cercana. Comenzó su producción a principios de 2013.
Pero recuperar el sabor original de su salsa no habría sido posible si no se hubieran encontrado los cultivos originales.
Estos cultivos estaban almacenados en un laboratorio de investigación médica universitaria, donados por Kono para un estudio sobre la lucha contra el cáncer. El sunami destruyó el laboratorio, pero los contenedores fueron localizados cerca e intactos.
La salsa, fabricada con soya y trigo, debe macerarse dos años antes de su venta. Por eso la nueva línea, apodada Milagro, salió a la venta hasta noviembre.
En estos días la empresa sigue perdiendo dinero, pero las ventas han subido hasta el 70% de lo que eran antes del tsunami y la empresa ha encontrado nuevos clientes, como un lujoso restaurante en Francia. Antes del sunami vendían sobre todo a negocios, mientras que ahora ofrece sus productos directamente a los consumidores, que a menudo quieren ayudar a que la empresa se recupere.