Chismes, envidia, intolerancia y falta de respeto son actitudes que hacen que el ambiente laboral se vuelva tenso y afecte directamente al desempeño de la empresa.
Pero, ¿qué es lo mejor que se puede hacer en estos casos?
Lo ideal es que el líder de la organización sea quien detecte a los compañeros que están ocasionando problemas en la oficina.
Según Miguel López, director de Franklin Covey Costa Rica, es necesario que la alta gerencia priorice sobre estas personas que se tornan nocivas y gestionen el cambio para que se promueva una comunicación franca.
“Generalmente estas personas son muy audaces y saben manejarse con sus supervisores y juegan con los tiempos, las interpretaciones y la victimización en todas las circunstancias”, explicó López.
Se le recomienda a los jefes ser amables, evitar buscar el enfrentamiento, lograr una conversación que se limite a los temas laborales, no seguir el ritmo dañino de sus comentarios y buscar claridad en los mensajes para evitar los chismes.
“Suele suceder que por llevar mucho tiempo en una misma posición, estas personas no consideran tener retos importantes y someten al resto a sus pensamientos negativos”, agregó.
Identifíquelos
Ana Gabriela Chaverri, gerente de Manpower Costa Rica, afirmó que dentro de una organización se puede agrupar a las personas de acuerdo con su actitud y desempeño.
El primer grupo es el conformado por los colaboradores con buen desempeño y que se sienten identificados con la empresa.
Hay otro grupo conformado por los trabajadores que tienen buen desempeño pero que no se identifican con la misión y visión de la empresa.
Quienes no tienen un desempeño precisamente estelar, pero que sí se sienten alineados con la empresa, conforman otro grupo.
Finalmente, están aquellos colaboradores negativos. Los que ni tienen buen desempeño y ni se identifican con la empresa.
Estos últimos, son personas que siempre están disconformes y suelen tener una mala actitud para llevar a cabo sus funciones.
Además, rompen todos los canales de comunicación, buscan la intriga, no siguen normas de convivencia, no buscan solucionar los conflictos sino agrandarlos y crear caos.
Estas personas tóxicas generan un ambiente negativo, por lo que es importante identificarlos, aseguró el neurocoach Mauricio Bock.
El neurocoach dividió a las personas “tóxicas” en las siguientes categorías:
Los intimidantes: Suelen ser agresivos con su lenguaje y se dirigen por amenazas.
Los que se quejan: Sea bueno o malo, siempre se van a quejar de los resultados de los demás. No reconocen los aportes. Pueden confundirse con los exigentes, la diferencia es que no forman ni aportan elementos positivos.
Los que buscan culpables: nunca cometen errores, es decir la culpa la tienen los demás.
Suelen comportarse cómo víctimas y no encuentra en qué puede mejorar como persona.
Los envidiosos: Se sienten merecedores de todos los beneficios y envidian maliciosamente a los demás, desacreditando los méritos de los otros.
Los autoritarios: No permiten que los compañeros participen con ideas, son aquellos que deben tener el control de todo.
No saben delegar y no inspiran. Exigen resultados sin explicar cómo hacerlo.
Revertir el comportamiento de las personas ‘tóxicas’ puede ser un proceso que tome su tiempo, ya que se trata de cambiar hábitos en los individuos.
“Es importante entender que las personas tóxicas terminan resolviendo las mismas necesidades que cualquier persona, pero de una manera negativa”, dijo.
Según Damaris Sánchez, directora de servicios de consultoría en recursos humanos de PwC Costa Rica, existen los tóxicos declarados, que hacen sus comentarios negativos en público, y los pasivo-agresivos, que aparentan buena actitud pero solapadamente esparcen su “veneno” dentro y fuera de la organización.
“En general, son personas negativas cuya actitud puede ser contagiosa y destructiva”, afirmó Sánchez.
Busque soluciones
Los especialistas brindaron diferentes recomendaciones para enfrentar a las personas ‘tóxicas’ y contrarrestar los efectos negativos que le podrían ocasionar a su compañía.
Como punto de partida lo ideal es que realice planes de mejora a través de coaching o asesorías.
También muéstrele a sus colaboradores cuáles son los valores de la empresa para la cual trabajan y especifíqueles qué se espera de ellos.
Las redes de comunicación institucional son ideales para que envíe mensajes claros.
Puede utilizar reuniones para distribuir información y revisar las disconformidades de sus colaboradores.
Otra opción es realizar talleres de trabajo en equipo con el fin de desarrollar el liderazgo y la solución de conflictos entre los compañeros.
Con los resultados de los talleres puede invitar a la acción y al compromiso de cambio para buscar el bienestar para todos.
Como parte del plan de mejora, lleve a cabo una evaluación por competencias.
Finalmente, es importante que en su empresa existan códigos de ética claros y operacionalizados con las conductas deseables e indeseables, para que puedan denunciar lo que va en contra de estos principios.