Los valores son los principios que rigen la conducta en la empresa. Trabajar a partir de valores es una decisión estratégica con muchos beneficios para la empresa, que la obliga a alinear todas sus acciones.
Se convierten en la guía, pues las decisiones, la forma de resolver problemas, y toda acción de la empresa, debe estar regida por ellos.
Sin embargo, hay que llevarlos al terreno práctico, aplicarlos en la toma de decisiones, en la contratación, en la atención al cliente, en las operaciones, en todo lo que se hace y en cómo se hace; será su sello distintivo.
La dirección por valores no sustituye la dirección por objetivos, más bien, la complementa al facilitar su puesta en marcha con un marco ético que sirve como guía.
Los valores son los cimientos de la cultura organizacional. Dan dirección a todos los miembros y alinean su compromiso diario con el cómo se hacen allí las cosas y cómo deben actuar.
Las culturas organizacionales en las que los valores son conocidos y adoptados por todos sus miembros, son las más fuertes.
LEA: Ayude a su empresa a dar los primeros pasos para cambiar la evaluación de desempeño.
Según lo plantean Harrington y otros, en Putting people values to work , los valores compartidos afectan el desempeño en tres aspectos clave:
1. Proveen una base estable (guía) sobre la cual se toman las decisiones y se ejecutan las acciones.
2. Forman parte integral de la proposición de valor de una organización a clientes y personal.
3. Motivan y energizan al personal para dar su máximo esfuerzo por el bienestar de su compañía.
Esos tres aspectos dan una ventaja competitiva difícil de replicar.
En la práctica
Ahora bien, para que un colaborador incorpore los valores organizacionales, y para que estos se legitimen en la organización, deben estar presentes en la convivencia cotidiana y aplicarse en toda la gestión de la empresa.
Las contradicciones entre los valores declarados y los que se dan en las interrelaciones diarias, generan un doble discurso y un fuerte efecto negativo que pone en riesgo la buena marcha del negocio.
LEA: ¿Existen prácticas de sabotaje dentro de su empresa?
El proceso de declaración de valores forma parte del diseño estratégico de la organización. Debe ser liderado por la alta dirección y definirse con procesos participativos.
Los valores representan la filosofía de cómo la dirección quiere llevar adelante la organización, pero requiere involucrar al personal para integrar distintas posiciones y facilitar el proceso de identificación con la propuesta final.
Es fundamental el principio de modelación de los ejecutivos, que suelen estar bajo el escrutinio del resto del personal. Sus acciones son clave para garantizar coherencia y credibilidad. La participación de este grupo en el proceso, y su compromiso con el producto final, se vuelve crítica.
Como dice Jack Haas, “nada reemplaza el poder de las acciones de los ejecutivos como mensaje de coherencia y compromiso con los valores”. La credibilidad depende de que los valores enunciados se pongan en práctica de manera consistente.
Cuando hay compatibilidad entre valores personales y los organizacionales, hay alta satisfacción con el trabajo. De allí la importancia de explorar ambas aristas, para tratar de hacer la mejor integración posible. Se buscará identificar las mayores coincidencias entre los valores individuales y los requeridos por la empresa para el logro de sus objetivos estratégicos, de manera que se potencien mutuamente y contribuyan al logro de la misión y visión de la compañía.
Tener clara la visión del negocio permite alinear todos los procesos hacia esa meta de largo plazo, y tener clara la misión ayuda a priorizar adecuadamente las acciones de corto y mediano plazo vinculadas con el quehacer del negocio, y crear ventajas competitivas para posicionarse exitosamente en el mercado.
La definición de la visión, misión y valores fundamentales constituye un mapa para los integrantes de la organización: les dice qué hacer, hacia dónde ir y de qué manera conducirse. Eso promueve sincronía entre sus miembros y potencia la efectividad en todo lo que hacen. Estos elementos favorecen el sentido de pertenencia, el compromiso con la tarea, y pueden contribuir con la retención del personal.
Ahora bien, es necesario tener presente que los valores, la visión y misión de una empresa no se construyen para siempre. Deben ser recreados, fortalecidos o modificados, según evoluciona la organización.
Su definición es necesaria para alinear a la empresa, pero el proceso también debe contemplar una revisión periódica para adaptarlos a los cambios del negocio, a nuevas circunstancias y necesidades.