Dice un dicho popular que “el que sabe, sabe, y el que no, es jefe”. Diría que en algunos casos el dicho se puede validar; sin embargo, el tema de ser jefe ha sido estudiado durante décadas, sobre todo en relación con las competencias que debe reunir una persona que tendrá la responsabilidad de dirigir gente.
Actualmente, no hay duda de esas competencias, pero eso no garantiza un desempeño eficiente, ya que en muchas ocasiones los problemas son constantes y profundos, precisamente porque la mayor deficiencia que presentan los jefes es que técnicamente son muy buenos, pero no saben cómo gestionar con las personas.
Generalmente, se designa al mejor colaborador para que asuma la responsabilidad de un proceso. Sin embargo, resulta que es un pésimo jefe, ya que sus competencias están orientadas hacia la producción y no hacia las personas, y cualquier organización de alto rendimiento combina una alta moral de su gente, con el cumplimiento de metas.
La primera tarea del nuevo jefe es tener claro las competencias esenciales en dirección de personas y luego deberá conocer a su equipo pero, sobre todo, entender que cada persona es diferente y cada uno tiene un lugar donde dar lo mejor.
La elección de un nuevo jefe requiere de pruebas fundamentales de liderazgo, toma de decisiones, trabajo en equipo, ética y, sobre todo, integridad, ya que son los elementos claves para que un nueve jefe tenga éxito.
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Las grandes diferencias
La pregunta que siempre nos hacemos es qué diferencia a un buen jefe de uno malo. Hay muchas respuestas, sin embargo, existen 12 características que nos van acercando a responder este dilema y que lo pueden encaminar a los resultados deseados.
1. La característica no negociable de un jefe es conocer el negocio, ya que solamente así puede dirigir y no ser engañado. Por lo general, un jefe que no conoce va a terminar rodeándose de algunos que creen conocer y esto genera caos. Dice el dicho que “en el reino de los ciegos, el tuerto es rey” y eso es muy común en nuestras organizaciones.
2. El buen balance entre su actuar y sus responsabilidades; cuando un jefe es justo y mantiene el equilibrio de su gente, genera credibilidad y confianza. Es muy común observar tratos desiguales y eso atenta de forma dramática con el ambiente laboral.
3. Objetividad. Se refiere a que a todos les exija por igual, ya que en algunas ocasiones, sus trabajadores de confianza lo único que hacen es afirmarle posiciones y no le aportan al proceso. Son los famosos “Yes Wuana” (si el jefe dice hay que reírse, todos se ríen; si el jefe dice hay que llorar, todos lloran).
La objetividad implica evaluar cuál es la cadena de valor de cada colaborador y se debe prestar especial atención de aquellos que, en algunas oportunidades, no estén de acuerdo del todo con el criterio del jefe, ya que son posiblemente los más interesados en que todo salga bien.
4. La democracia es la cuarta característica y eso significa valorar los criterios de su equipo y no solamente de algunos, ya que una empresa se construye con el aporte de todos y no de los intereses de algunos.
Si no hay quinto malo, entonces considere el respeto. En nuestras organizaciones es muy común que un jefe le grite a quien quiera, pero eso solamente desmejora los resultados de una empresa. Algunos jefes se acostumbraron a tratar mal a sus colaboradores, pensando en que solamente así la gente trabaja, lo cual es totalmente falso.
5. La toma de decisiones debe ser oportuna, racional y expedita. Hay jefes que siempre viven con miedo y nunca toman una decisión esperando a ver qué sucede y eso afecta al equipo.
6. El reconocimiento que debe realizar un jefe ante un buen desempeño.
7. El compromiso de hacer crecer al equipo y velar porque todos estén bien y motivados con la organización.
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8. Pasión. Significa que los ambientes laborales deben tener atmósferas positivas y convertir nuestros lugares de trabajo en espacios de diversión y productividad.
9. Espiritualidad, que significa que cada uno de los miembros debe sentirse bien física, metal y emocionalmente, dando espacio para la reflexión y la construcción de un ser humano integral.
10. Evitar el complejo de “camaleón”, es decir, que hacia arriba, se le hinca a su superior, pero hacia abajo patea a todos. Estos jefes son muy peligrosos dado que los superiores nunca se imaginan que hacia arriba tienen un color y hacia abajo otro.
11. Evitar el complejo de que van a ser desplazados por gente más capaz, por lo que lejos de conformar un equipo de alto rendimiento, marginan y menosprecian el talento, de forma tal que prefieren rodearse de gente menos talentosa que arriesgar su cargo.