Innovación es una de las palabras de moda hoy en día cuando se habla de artistas, de política y de empresas.
Se usa tan indiscriminadamente que casi cualquier cambio, más o menos positivo se considera una innovación y, por eso se dice, en el caso de las empresas, que es el área de interés.
Cuando uno revisa la literatura encuentra que no hay un criterio establecido sobre qué es ser innovador. Se considera que hay, a grandes rasgos, dos tipos de innovación: la radical y la progresiva.
El invento y puesta en uso del teléfono es una innovación radical por razones obvias, pero el teléfono celular podría considerarse como una innovación progresiva, pues es inalámbrico, transportable y usa circuitos que no son comparables con los circuitos de teléfono original.
Sin embargo, habrá quien defiendan el teléfono celular como una innovación radical, no obstante, en un análisis final no importa tanto el asunto, porque lo que es importante es la cultura de innovación y no tanto si es de un tipo u otro.
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Cuando una empresa establece un sistema de calidad, por ejemplo, el ISO 9000 y sus versiones posteriores, la empresa, aún con las carencias del ISO 9001 (que no ve a la empresa como un todo, pues no considera administración, ventas ni mucho menos recursos humanos) persigue una cultura de excelencia operativa.
La empresa busca que sus procesos mejoren continuamente vía las auditorías periódicas y hasta continuas. Y eso está muy bien y posiblemente abre el paso a procesos que, en un sentido amplio, podemos llamar innovación progresiva. Lo importante está en que el personal de la empresa adquiere esa cultura de ejecutar procesos bajo procedimientos que permiten medición y, por lo tanto, establecer indicadores claves (KPI) de rendimiento.
Para establecer una cultura de innovación, la empresa necesita entonces dar un paso adicional; ya no es cómo hago mejor un determinado proceso sino más bien cómo lo reinvento o cómo lo cambio en forma sustancial.
Esos procesos no solo se refieren al producto en sí como podemos ver en los ejemplos de Niketown, en marca y dedicación al cliente; de Intel en producto y servicio; de GE Capital en procesos clave y de Dell en finanzas.
Es decir, innovación no es únicamente innovar en manufactura, sino también en empresas de consumo y de servicios estatales.
Y esto es así porque las empresas tienen una fase inicial de su vida en la cual aprenden sus procesos básicos; una segunda fase de optimización de esos procesos –o excelencia operativa– y luego una tercera en la que deben saltar a la cultura de innovación.
Claro que en una misma empresa puede haber procesos en cualquiera de las tres fases y hasta coexistir en diferentes fases.
El proceso
La clave de la innovación está en la gente que integra la empresa (sean empleados recientes y de más años) tenga una mentalidad innovadora.
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La cultura de innovación, como todas las culturas, debe pasar por un proceso de formación, a saber:
a) Creación y establecimiento de valores : como la ética de trabajo y el trabajo en equipo.
b) Actitud: esos valores generan una actitud, es decir, una posición personal y colectiva que resulta en una actitud positiva.
c) Capacidad: al haber una actitud correcta, el individuo y la empresa pueden adquirir capacidades, por ejemplo, un valor como educar genera una actitud de aprendizaje y, por lo tanto, adquisición de capacidades.
d) Conducta : lo anterior genera una conducta personal y colectiva, y la conducta repetitiva genera cultura.
e) Cultura empresarial: que simplemente refleja las capacidades, actitudes y valores.
Si tomamos un ejemplo simple de nuestra vida diaria, lo podemos entender muy fácilmente.
Hace unos años, en Costa Rica era impensable que hiciéramos fila para acceder a un autobús. Un valor, tal vez el entender que debo respetar el derecho de la otra persona a acceder al autobús, y que esa persona también acepte ese valor, hace que nuestra actitud cambie, y adquirimos la capacidad de tener la paciencia de esperar y eso refleja entonces en una conducta –todos hacemos fila– y esa conducta repetitiva genera una cultura.
Por lo tanto, aún las empresas más pequeñas, sin importar si forman parte o no de una multinacional, deben buscar la innovación porque sin ella serán absorbidas por aquellas empresas que sí quieren innovar dado que crearán una cultura de manejo empresarial superior, más rentable y más fuerte.