Leí hace poco que en la diversidad está la ganancia. Diversidad no solo en las áreas de negocio, sino en el concepto de formación de quienes colaboran dentro de la empresa.
Ya no es solo ciencias o solo letras, como hace 30 años. La expansión de las comunicaciones y la globalización económica –así existan países que hoy no estén a favor– hacen necesario que las empresas vean más allá de lo que reconocen como su núcleo de negocio (core business).
La industria extractiva, por ejemplo, no es ninguna excepción. Si bien los recursos naturales (minerales o hidrocarburos) son los mismos, el mundo ha cambiado. Hablamos de valores, visión y responsabilidad. Las empresas son el reflejo de los mismos.
En mi experiencia, con el ejemplo desde el más alto nivel de la empresa, se marca la diferencia. Un gerenciamiento de puertas abiertas, basado en la comunicación y el diálogo continuo con y entre las distintas áreas es fundamental para la fortaleza de la empresa.
Al acercar dentro de la empresa a las diversas áreas, se logra que los temas operativos –que son muy técnicos, con metas claras y precisas– se alineen con áreas tan complejas y variadas como las encargadas de los temas ambientales, culturales y comunitarios. Ya no hay caminos aislados. Esa unión se convierte en el eje impulsor del proyecto.
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En décadas pasadas, el primer contacto entre las comunidades y el potencial proyecto lo realizaban los geólogos de campo que hacían las veces de exploradores, lingüistas, comunicadores y facilitadores considerando las limitaciones de transporte y comunicación. Hoy, a pesar de la tecnología y facilidad en el transporte, se requiere el mismo acercamiento. No hay espacio para improvisar.
En un proyecto extractivo, sobre el cual muy probablemente se forja la esperanza económica por parte de los habitantes del lugar, se debe considerar el impacto a generar y conocer las expectativas del entorno.
Con una comunicación directa, un ambiente de confianza y entendimiento de los intereses, miedos y dudas de los habitantes, transmitiendo en forma clara y simple los alcances de los trabajos a realizar, se forja un canal de comunicación y respeto. Esto funciona y solo requiere transparencia, claridad y saber escuchar. El reto es alinear los puntos entre las partes.
Los proyectos extractivos para ser exitosos deben tener en consideración tanto el potencial rendimiento económico como el impacto ambiental, social y cultural en su entorno. He visto proyectos que se han gestado por el solo interés de negocio, sin medir la expectativa social, y luego se pierde el concepto de negocio tornándose el proyecto en un reclamo social.
Se tienen ejemplos positivos en que la plataforma de comunicación directa y entendimiento es clara muestra del compromiso de las partes en buscar no solo un beneficio individual, sino una convivencia y un crecimiento a favor de todos. No es tarea fácil, se requieren muchas horas de trabajo, de estudio, de planes, pero sobre todo de proyectar un mensaje claro y definir cómo se quiere que se recuerde al proyecto.
La diversidad en la colaboración de la gestión será la clave para el éxito, sin olvidar qué es lo que une todo ese esfuerzo: un proyecto extractivo, en este caso. Para lograrlo, hay que alinear los puntos.
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