Cada organización se le conoce por ciertas características relacionadas con el trato a sus colaboradores. Esta “marca” de la empresa como empleador es clave para atraer el talento requerido, pero a veces es el resultado de acciones al azar que se repiten y van modelando una marca que no coincide con los enunciados formales de la empresa.
La marca del empleador es un activo crítico y constituye una ventaja competitiva, por lo que debe ser desarrollada deliberadamente con palabras y con conductas. Es la herramienta que comunica qué puede esperar un colaborador al ingresar a la empresa y le permite determinar si puede encajar y mantenerse en ella.
Existen muchas formas de desarrollar efectivamente una marca como empleador. Una es mencionarla expresa y consistentemente en todos los procesos de reclutamiento y material informativo de manera que introduzca a los candidatos a lo que serían sus vidas, sí ingresan a la empresa. Esta clase de vista previa, les permitiría establecer expectativas realistas y quizá, lo más importante, desestimularía a aquellos que no se adaptarían, si fuesen seleccionados.
Una empresa que comprende su marca como empleador, conoce las conductas y rasgos de personalidad que tienen los colaboradores que se destacan y progresan en ella y, por lo tanto, tiene la capacidad de atraer al mejor talento para su organización.
Además, comprenden lo estratégicamente importante que es alinear la marca del empleador con la marca de sus productos.
Apple con su “think different” y Adidas con “make greatness happen” son excelentes ejemplos de ese alineamiento .
Lo más importante es que la marca del empleador, con su poder de atracción y retención del talento requerido, impacta directamente en el desempeño del negocio. Investigaciones recientes muestran fuerte evidencia de correlación entre marcas robustas de empleador y resultados financieros.