Las crisis pueden venir de un único y devastador evento o de una combinación de eventos en escalada, y presentar una severa amenaza para los objetivos estratégicos de las empresas así como para su reputación y viabilidad.
Empero, algunas crisis no aparecen en el radar de la junta directiva de las empresas hasta que ya es demasiado tarde.
La mayoría de los negocios enfrentarán una crisis en algún momento: solo es cuestión de cuándo, no de si va a pasar. Aún así, no todas las empresas se lo toman en serio y se preparan para administrar las crisis.
Una reciente encuesta entre 300 directivos de empresas a nivel mundial reveló que tan solo un 49% de los miembros de juntas directivas cree que sus organizaciones tienen las capacidades y procesos en marcha requeridos para manejar una crisis con el mejor resultado posible.
El daño a la reputación corporativa resultante de una crisis fue calificado por los encuestados como el principal foco de vulnerabilidad para sus empresas, seguido por el crimen cibernético.
El estudio muestra que hay una brecha entre “sentirse listo” y “estar listo”. Mientras un 76% dijo que sus empresas respondería bien a una crisis, tan solo el 49% precisó que sus compañías están comprometidas con el monitoreo o con comunicaciones internas para detectar problemas con antelación, y menos de la mitad reconoció que sus empresas tienen protocolos para posibles escenarios de crisis.
Los directivos deben discutir con la administración para asegurarse de que haya un entendimiento sólido y común de los riesgos que pueden dejar a una organización vulnerable; así como un fortalecimiento del sistema usado para detectar y prevenir que ocurran eventos adversos. Por supuesto, deben establecerse los protocolos necesarios para que en caso de emergencia, la organización sepa cómo reaccionar.