Profesor, consultor e inversionista. Todo esto ha sido Harry Strachan, quien en esta etapa de su vida prefiere describirse como mentor.
Strachan, fue distinguido en el 2013 por EF como Empresario del año como cofundador de Mesoamerica Investments.
Ahí este costarricense-estadounidense plasma las buenas prácticas de liderazgo que recomendó durante años a otros empresarios.
Entre los valores que predica Strachan está la innovación como mecanismo vital de las compañías para avanzar y adaptarse a un entorno cada vez más cambiante.
En lo que respecta al país, al empresario le preocupa que Costa Rica no esté explotando al máximo su potencial.
¿Cuáles son las cinco lecciones de liderazgo que toda empresa debe aplicar?
-Crecimiento personal continuo. Es importante que exista retroalimentación, es parte de crear una cultura de aprendizaje.
-Lograr influencia personal sin poder formal. El secreto de la influencia personal es la integridad y autenticidad. La clave está en que las jerarquías escuchen. La jerarquía no es solo el de arriba, sino que se debe escuchar.
-Una vida con propósitos. Esto tiene que ver con el planteamiento de metas, objetivos. En la vida tienen que existir los planes y las estrategias.
-Crecimiento a pesar de la adversidad. Todos vamos a tener obstáculos en el camino, la diferencia que existe con los líderes exitosos es que crecen con las adversidades. Ven el lado positivo y le sacan provecho.
-Significancia más allá que el éxito. Parte de mi tiempo y parte de mi dinero va dedicado para ayudar a otros y sin esperar a retirarme para empezar a hacer esa labor. Se trata de la responsabilidad social.
Usted fue elegido empresario del año en el 2013, ¿que haría diferente hoy?
Aunque he tenido experiencias duras y no todo ha salido como lo esperaba, no cambiaría la vida. Lo que sí creo que he aprendido, y parte de la razón por la cual los últimos 20 años en cierto sentido han sido más exitosos que los tiempos anteriores, es a ponerle más atención a las personas. Cuando estaba joven trabajaba muy duro y estaba muy enfocado en la estrategia. Y fui muy exitoso.
Por esa mentalidad no le dediqué tiempo a las amistades, no me enfoqué mucho en las personas. Realmente creo que el legado que uno deja al final de la vida es la gente a la que uno influye. Esto termina siendo mucho más importante que las tareas que cumpliste, o la empresa que creaste.
Ahora trato de darle más prioridad a las personas que a las tareas. Por ejemplo, una de las cosas que no creo que hubiera hecho hace 40 años es participar un viernes a las 5 p.m. en un happy hour o juego de póquer con los muchachos de la empresa. Me gusta conocerlos y me siento valioso.