San José tiene un tesoro desnudo entre los pitos del bus de Barrio Escalante y el escándalo de los bares de La California.
Se llama LaVentanita Meraki y es una venta de comidas rápidas, sin sillas ni mesas, ni baños pero con comida rara y rica, que es lo importante.
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¿Ser una venta de comidas al aire libre alcanza para ser un tesoro? Quizás no.
Sin embargo, La Ventanita Meraki no es solo un par de metros cuadrados relleno de tortas de carne y pan artesanal, sino la excusa perfecta para apropiarse de la ciudad.
Hace un año y medio, pasar por la noche frente a la Estación al Atlántico en San José Centro era caminar en un desierto oscuro.
Ahora, la iluminación es la misma pero una mezcla de mayonesa, queso palmito y malanga frita llena estómagos y sentidos.
La generosa cuchara de Paulo Valerio atrae olfatos curiosos y amigos de los curiosos que se sientan en las gradas de la Estación a hablar, comer y saborear sus creaciones hasta altas horas de la madrugada.
La cuchara de oro
La cuchara de Valerio, siempre dispuesta a poner más mantequilla, y la experiencia de Zúñiga, siempre hábil para poner el dinero a trabajar, han multiplicado las ventas y, muy pronto, los restaurantes.
“Nosotros decíamos: ‘bueno, para sobrevivir y salir tablas son 60 platos al día’. Ahora son hasta 500 al día. Se triplicaron nuestras ventas”, dicen los empresarios.
En el proceso de creación de La Ventanita también estuvieron presentes la hermana y la esposa de Zúñiga.
Alexandra Forero, la hermana, fue quien pensó en el nombre de la ventana. “Meraki es una palabra griega que se usa para cuando se hace algo con amor, con pasión, que dejás un pedazo de vos mismo en lo que estás haciendo”, explica Paulo.
Priscilla André, esposa de Zúñiga, también se encargó por varios meses de la administración del negocio. Y así se han ido sumando almas al proyecto.
“Sin querer queriendo ya hay13 personas viviendo de esto. Es trabajo fijo para más gente de la que trabaja en una gasolinera”, se ríe Zúñiga.
Otro tanto del valor que genera la ventanita se lo dejan los locales que han ido abriendo cerca y los mismos bares que estaban mucho antes allí, asegura Paulo.
“A veces son hasta 40 personas esperando. Entonces, mientras la gente hace fila, va, se toma una birra y se devuelve”, y eso lo agradecen todos.
También han generado encadenamientos con productores artesanales de la feria orgánica de Aranjuez.
“Al principio los productores no nos daban mucha bola pero accedieron y ahora somos sus clientes número uno”, cuentan con orgullo los empresarios.
Hace un año y medio, la idea era apenas un sueño (así de cliché) y ahora ya tienen un segundo local en Heredia, con un centro de producción de las tortas y los productos.
La receta de su éxito la compartirán pronto, pues ambos creen en el modelo de franquicias como una forma de repartir el éxito. “No podemos ser tan buchones”, dice, entre risas, Zúñiga.
En detalle
Edades: 30
Cargo o profesión: Administrador y chef
Empresa: La Ventanita Meraki