Los efectos de la devaluación que al inicio del año ha golpeado al colón, de momento no le quitan el sueño al Banco Central de Costa Rica (BCCR) en su meta de mantener la inflación bajo control.
La moneda nacional ha experimentado una pérdida de valor del 4,8% con respecto al dólar estadounidense durante el 2014.
Sin embargo, estudios recientes demuestran que esa devaluación no tendrá un fuerte impacto en la inflación. Se estima que por cada punto porcentual de devaluación, la inflación subiría apenas 0,040 puntos a corto plazo.
Aunque el alza en el dólar fue vaticinada por las autoridades del Central desde el año pasado, el ritmo constante de la escalada en el valor del dólar ya ha causado algún grado de agitación entre quienes deben hacerle frente a gastos en la moneda extranjera pero que registran sus entradas en colones, entre ellos, los importadores, quienes deberán decidir si acortan sus márgenes o trasladan ese aumento a los consumidores.
“Afectará eventualmente al consumidor final y a la industria (si se trata de insumos), en términos de un valor nominal en colones mayor”, aseguró José Manuel Quirce, presidente de Cámara Costarricense de Importadores, Distribuidores y Representantes (Crecex).
Sin embargo, el Central confía en que el impacto será menor y así lo requiere en un año en que decidió recortar la meta de inflación en un punto porcentual, y además debe enfrentar riesgos en el frente de las finanzas públicas y el crecimiento de la producción.
Sombra de la minidevaluación
La relación entre la inflación y el tipo de cambio se potencia en Costa Rica debido a que esta es una economía pequeña y abierta que importa gran cantidad de bienes y servicios.
En el 2013, el valor de las importaciones alcanzó los $18.007 millones, mientras que las exportaciones ascendieron a $11.589 millones.
Al aumentar el tipo de cambio, crece el costo de reponer la mercadería importada y los importadores trasladan ese costo a los consumidores mediante un incremento en el precio de bienes.
El traspaso se presenta tanto en los bienes que se venden al consumidor final, como aquellos que se utilizan como insumos de otros productos.
El efecto que las perturbaciones en el tipo de cambio tenga sobre la variación de los precios locales es definido como el pass-through o traspaso.
Sin embargo, este traspaso no siempre es del 100% del movimiento en el tipo de cambio, y suele verse afectado por múltiples situaciones, incluido el esquema cambiario.
“El sistema de bandas cambiarias ha sido un éxito para reducir el ritmo inflacionario que las minidevaluaciones generaban. Al pegarse el tipo de cambio al piso durante muchos años, dejo de ser uno de los principales elementos que alimentaban la inflación”, sostuvo William Calvo, economista y exdirector de la División Económica del BCCR.
Para medir ese traslado, la autoridad monetaria ha conducido dos investigaciones, una en el 2009 y otra en diciembre del 2013.
La medición utiliza un coeficiente que indica en cuántos puntos porcentuales crecería la inflación producto de la devaluación, tanto de manera inmediata como en el largo plazo.
Los estudios determinaron que el coeficiente de traspaso a finales de 2006, cuando todavía regía el sistema de minidevaluaciones, era de 0,60 en el largo plazo y del 0,088 en el corto.
Es decir, por cada punto porcentual de devaluación, la inflación aumentaba 0,60 en el largo plazo y 0,088 en el corto.
Estos se redujeron a 0,35 en el largo plazo y 0,040 en el corto en mayo del año pasado.
“Esto quiere decir que el efecto final sobre la inflación de movimientos en la tasa de variación del tipo de cambio se ha reducido a poco más de la mitad durante el período de banda cambiaria”, dice el documento “Actualización de la estimación del coeficiente de traspaso de tipo de cambio a precios”, del Central.
Ajustes
Abandonar un esquema en que la devaluación anual era fácilmente calculable por uno de mayor incertidumbre habría obligado a los importadores a fijar sus precios echando mano a otros indicadores.
“En buena parte eso se explicaría por la mayor tendencia que tendrían los empresarios de guiarse, en sus decisiones de fijación de precios, por las señales de inflación o metas que comunica el Banco Central, y no tanto por los movimientos del tipo de cambio”, explicó el economista, Alberto Franco,
Por otro lado, el esquema de bandas pone a jugar las expectativas de los agentes económicos.
Bajo las minidevaluaciones, la devaluación era el único camino, las variaciones se limitaban al ritmo con que el colón perdía terreno respecto al dólar.
Ahora un importador puede tener la expectativa de que la devaluación sea pasajera y opte por no modificar sus precios esperando recuperar el margen cuando el tipo de cambio vuelva a bajar.
“Es difícil poder definir una estrategia y eso dependerá si el bien importador permite ajustes en el precio de venta en colones o si por el contrario no los permite. Son tiempos difíciles a los que no se ha estado expuesto en los últimos años”, afirmó Quirce.