La cantidad de dinero que ingresa al presupuesto de las familias costarricenses y queda libre después de satisfacerse el consumo corriente del hogar mermó un 6,1% entre 2004 y el 2013.
Ese remanente de ingresos, que determina la capacidad de ahorro de los hogares, fue de ¢134.941 en promedio durante el año pasado, según datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de Hogares (Enigh).
La encuesta no incluye preguntas directas sobre la cantidad de dinero que los hogares destinan al ahorro. Sin embargo, es de la diferencia entre sus ingresos y sus gastos de donde saldrían los fondos destinados al ahorro.
Una diferencia que menguó el año pasado en comparación con nueve años atrás.
“Tenemos menor proporción de hogares con diferencias positivas a favor del ahorro en el 2013, con respecto al 2004. Se da porque los niveles de gasto en general para todos los hogares de todos los quintiles, crecieron en promedio más que los niveles de ingreso”, aseguró Annia Chaves, coordinadora de la encuesta en el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC).
Pese al panorama que pintan los resultados de la encuesta, representantes del sector bancario aseguran que la cultura de ahorro entre los hogares costarricenses existe.
“Las estadísticas ubican a Costa Rica en el tercer lugar de cuentas de depósitos con banco comerciales por cada mil adultos, por encima de Panamá y Brasil y por debajo de Colombia y Chile”, expuso Gilberto Serrano, presidente de la Asociación Bancaria Costarricense (ABC).
Por quintil
Solo el 20% más adinerado de los hogares costarricenses se salvó la caída en el dinero disponible para el ahorro.
Entre los núcleos familiares del quinto quintil de ingreso, que registran entradas de dinero promedio de ¢2.116.395 por mes, el dinero no comprometido por el gasto creció un 9,3% el año pasado en comparación con el 2004.
En estos hogares el dinero que podría dedicarse al ahorro representa un 28% del ingreso, una relación que decrece un poco, pues hace nueve años era un 29,4%.
La mayor holgura financiera de los hogares más adinerados se presenta gracias a que sus ingresos crecieron un 14,8% mientras que sus gastos aumentaron un 17,1%, el menor entre los quintiles.
En los restantes cuatro grupos de ingreso, la situación ha tendido al deterioro.
La caída en la capacidad de ahorro más acentuada se presenta en el segundo quintil, es decir los hogares que registran un ingreso promedio de ¢364.948.
Estos núcleos familiares pasaron de presentar un superávit que rondaba los ¢12.000 al mes, a un déficit de ¢13.151.
El faltante se genera debido a que los gastos corrientes presentan un crecimiento del 31,7% mientras que los ingresos solo crecieron un 16,4%.
Mientras tantos, los hogares del tercer quintil, asociado a la clase media, vieron decrecer su superávit financiero en un 43,3%.
El hábito
Para captar el dinero, sea poco o mucho, que los hogares destinan al ahorro, los bancos han creado sistemas que captan fondos de manera automática de las cuentas de sus clientes con una tasa especial de interés.
Con estos complementan su oferta de cuentas de ahorro, certificados de depósito a plazo y otros instrumentos de inversión a la vista que se adaptan a la principal tendencia del costarricense como ahorrante: la preferencia por el corto plazo.
“La mayor concentración del ahorro por parte de los hogares costarricenses muestra más en plazos cortos, por lo general no mayores a un año”, dijo Rodrigo Ramírez, director de Gestión de Crédito del Banco de Costa Rica.
Esa preferencia por el corto plazo podría obedecer a que el ahorro de los hogares está ligado a una meta específica como un viaje, la compra de un carro o de una casa.
Un paso necesario antes de que separar dinero para un imprevisto se convierta en un hábito.
“Se puede realizar una analogía con un proceso de mejora física. Se inicia con una meta como bajar peso. Al cabo del tiempo se convierte en un hábito, pero nunca deja de lado una meta como correr una maratón”, explicó Tania Jiménez, gerente de captación de Scotiabank.