La desconfianza del consumidor en julio es tan profunda como la que había en la crisis económica que afectó al país entre el 2008 y el 2009.
En cuestión de dos meses, el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) perdió 0,7 puntos y llegó en el mes pasado al valor de 3,7, el más bajo desde febrero del 2009, cuando se pasaba por un periodo de recuperación.
Desde febrero del 2011 y hasta la fecha, el ICC muestra una tendencia decreciente que refleja desconfianza en el consumidor, pues se mantuvo con valores menores de cinco puntos.
La diferencia con respecto al 2008 consiste en que el descenso en la confianza ha sido más leve y que la caída de los últimos meses, aunque se parece en los valores, el valor de origen es distinto y se requiere de más tiempo para determinar si corresponde a una tendencia más duradera del pesimismo.
El ICC es un indicador elaborado por la firma Unimer para EF con base en una encuesta a 400 hogares sobre la percepción de su situación económica actual y futura. Su valor va de 0 a 10 puntos en el que más de 5 puntos marca confianza y menos de eso, desconfianza.
¿Por qué hay desconfianza?
El desplome reciente del ICC obedece a que varios de los factores que lo componen sufrieron un deterioro significativo, explicó Valeria Lentini, coordinara del proyecto del ICC en Unimer.
Confirmó que esta situación ocurre desde hace dos meses, pero en julio se incrementó, pero otras variables se empezaron a deteriorar desde hace cuatro meses.
Para empezar, subió la cantidad de personas que dicen estar en una peor situación con respecto a hace un año. Esa medición pasó de un 42% en mayo a un 56% en julio para quienes dicen estar en una condición desfavorable.
Las expectativas familiares empeoraron. El 37% de los entrevistados dijo que cree que estará en una mejor situación dentro de un año, cifra que bajó drásticamente desde mayo en ocho puntos porcentuales.
En el mercado
Al consultar algunos empresarios acerca del comportamiento que perciben del consumidor y los resultados de sus comercios, no se muestran sorprendidos por lo que dice el ICC, pues, aunque sea parcialmente, perciben a los compradores más cautelosos.
Gerardo Chaves, socio de Innova –empresa dedicada a la venta de acabados para construcción–, confirmó que en su actividad las concreción de la ventas ahora toma más tiempo.
De esa manera, si antes una decisión de compra se tomaba en un mes, ahora puede durar hasta tres meses.
La razón de esto, explicó Chaves, son limitaciones de presupuesto entre los compradores.
Agregó que la tendencia general del ICC es preocupante para las expectativas de venta, en especial porque los productos que comercializan no son de primera necesidad y son susceptibles de que su adquisición se aplace o se cancele del todo.
Sin embargo, Chaves confía en que el sector de ingresos altos no se vea tan afectado negativamente, que es al que tratan de llegar con sus productos y es el que ha perdido menos confianza.
Para Carlos Mena, socio de la cadena de tiendas y firma de diseño Arteria, lo que llevan de ventas totales en el 2013 es similar al 2012, pero en la comparación mes por mes, este año resulta más inestable, pues hay periodos de buenas ventas y otros en los que carecen de movimiento.
La compra promedio por persona en general ha bajado y en algunas tiendas la visitación es menor, reconoció.
No obstante, explicó que perciben comportamientos de ventas diferenciados según la zona. Así la tienda de Escazú ha tenido mejores resultados con respecto a la del centro de San José.
Algo similar le sucede a la cadena de restaurantes La Oliva Verde. Su administrador, Antonio Yglesias, explicó que, en Escazú, luego de un traslado del local, la actividad se incrementó de manera notable, pero en Montes de Oca las ventas están más bajas con respecto al 2012.
Yglesias afirmó que, por el momento, han tenido buenos resultados pero que se deben a situaciones inusuales como precisamente contar un nuevo local y haber logrado la venta de su franquicia para tres nuevas ubicaciones.
A pesar esos resultados en los restaurantes, Yglesias coincide con el ICC y explica que puede responder a varios factores, desde un mal clima social y político que afecte al país, hasta la percepción de que los ingresos por medio de los salarios son insuficientes y con aumentos débiles.
El hecho de que el Índice tenga un nivel tan bajo en comparación con los meses anteriores puede representar una señal de alerta acerca del comportamiento de la economía nacional.
El economista Melvin Garita dijo que el nivel alcanzado en julio es el reflejo de lo que sucede internamente y se cuestionó si ese pesimismo es más bien una señal de que algo grave está por venir, al igual y como se comportó en el 2008, cuando hubo trimestres de contracción económica.
Una posibilidad, agregó Garita, es que el consumidor muestre en alguna medida lo que está sucediendo con el crecimiento de la economía, junto con otras variables como ajustes salariales que apenas cubren el incremento de la inflación.
La desaceleración económica ya fue reconocida oficialmente. En la pasada revisión del Programa Macroeconómico, por parte del Banco Central de Costa Rica, la entidad ajustó de 4% a 3% el crecimiento real del Producto Interno Bruto (PIB) para este año.
El economista Ronulfo Jiménez considera que la situación internacional se mantiene estable, lo cual quiere decir que son elementos internos los que pesan en el comportamiento local.
Aunque rezagados en el tiempo, indicadores como producción, empleo, salarios, importaciones y exportaciones muestran un deterioro y las familias lo están sintiendo, agregó Jiménez.
Típicamente, el ICC puede tener variaciones significativas de un mes a otro, por lo que es necesario observar más periodos con el fin de determinar con certeza si se trata de una tendencia decreciente.