Parece que el dicho Las mejores cosas de la vida no se planean, define la carrera y el presente de Emilio Duró, reconocido conferencista en el tema de optimismo.
Este licenciado en Ciencias Económicas se ha dedicado a gestionar empresas, pero como quien no quiere la cosa, la vida lo convirtió en un experto en optimismo desde que un video suyo circuló en Internet sin su autorización.
Aunque siempre tiene dudas de todo y se califica como un simple aprendiz, él trabaja como consultor y formador desde hace 20 años en firmas como Microsoft, Telefónica, CBS, Cigna, Alcatel, Mc Donald’s, Basf, Banco Santander, BBVA, Riofisa, Mango, Renfe, Unilever, Zurich, Winterthur, Hewlett Packard, etc.
Duró asegura que este es un buen momento para hablar de optimismo y que se declara en contra de esta ola de pesimismo que azota a las compañías.
¿Es buen momento para hablar de optimismo en las empresas?
Desde luego. Desde que la esperanza de vida pasó de 35 años –en 1900– a 85 años en la actualidad, el tema más estudiado es la búsqueda de la felicidad de los individuos.
“El objetivo es reducir el número de depresiones, ansiedades y alexitimias– causantes del mayor número de enfermedades– y ello supone un enorme costo laboral para las empresas.
“Si aplicamos todo esto al campo laboral, las investigaciones más recientes apuntan a que la calidad en el desempeño profesional depende esencialmente de la calidad personal que aporta el colaborador.
“No puede esperarse un comportamiento positivo, proactivo y eficiente de alguien que es incapaz de tener esa actitud en sus propias decisiones personales”.
¿Es mejor contratar un optimista?
Se estima que las personas optimistas y felices rinden entre el 65% y el 100% más, que las personas no optimistas. A modo de ejemplo, me comentaba un amigo que a los astronautas les miden el coeficiente de optimismo como principal competencia ¿Se imaginan ir en una nave a la luna con un pesimista?”
¿Cómo se debe promover el optimismo en una empresa?
El ser humano aprende por imitación y por principio del placer. Por eso, el primer punto es escoger solo gente optimista y con ilusión. Personas con las actitudes correctas y no solo con conocimientos. Se necesita personal que se levante cada mañana diciendo “que suerte un día más para...” es importante contar con mandos optimistas, ya que son a los que imitamos. Hemos de predicar con el ejemplo. Pero por desgracia hemos hecho del mal humor una profesión y parece que si te ríes no trabajas.
¿Cómo evaluar una crisis?
Los asiáticos dicen que la palabra crisis significa peligro y oportunidad. Por eso siempre diferencio a las personas entre las que supeditan su futuro a las circunstancias, y las que creen tener el futuro en sus manos. Estas últimas son minoría… Solo el 18 % de la población tiene un foco de control interno que hace que, cuando tiene un problema, se pregunte qué puede hacer. El otro 82 % tiene un foco de control externo que lo lleva a buscar culpables. Esa es la diferencia entre responsabilidad (al mirar el presente) y culpabilidad (mirar el pasado). Es la diferencia entre cordura y locura y lo que distingue a las personas positivas de las negativas.
“Por lo tanto, tenemos que lograr que las crisis nos estimulen y no nos paralicen. Eso es posible si nos enfocamos en el presente y no el pasado”.
¿Cuál es la manera adecuada de enfrentar una crisis en una empresa?
No permitir que el miedo nos paralice y movilizando todos los esfuerzos hacia lo que podemos cambiar. Busquemos responsables y no culpables.
¿Por qué un alto porcentaje de altos directivos terminan divorciados y viven solos?
Eso no es exactamente así, pero lo cierto es que es difícil compaginar una vida laboral muy activa con viajes, horarios interminables, tensiones y disgustos, con una vida familiar armónica. La familia, y los niños en especial, no entienden de trabajo y solo buscan amor y contacto físico. Este tema es especialmente delicado cuando es la mujer la que tiene horarios infernales de trabajo y trata de conciliarlo con ser madre.
“Leía hace poco que la vida se compone de varias pelotas que lanzamos continuamente; unas son de goma y rebotan si se caen, pero otras son de cristal y no pueden reponerse. Las pelotas de cristal son la salud y la familia”.
¿Cuáles deberían ser las prioridades de un directivo?
No soy nadie para dar consejos, pero entiendo que la primera prioridad es llevar una vida equilibrada. No se puede dar lo que no se tiene. Y en segundo lugar hacer de la empresa una organización feliz donde las personas se sientan orgullosas de trabajar y se les permita realizarse en entornos de alto rendimiento.
¿Cuál es la combinación ideal de felicidad cuando se trata de altos ejecutivos?
Es muy difícil dar consejos ya que todos tenemos nuestra propia forma de pensar y valores. Pero creo que es importante “no levitar”, ya que la caída será más fuerte. Y no sacrificar la salud y a nuestros seres queridos por nada. Vamos a vivir mucho tiempo y cosecharemos lo que sembremos.
Usted dice que lo peor que uno le puede hacer a una persona es no exigirle, ¿cómo hacerlo adecuadamente?
La pena no educa, y la falta de retos –que no permitan salir de la zona cómoda– nos mata. Piense en sus hijos, los quiere tanto que les exige. Eso es amar. Cuando alguien no nos exige, realmente no nos quiere y no nos valora.
“Pero es difícil encontrar el equilibrio entre la exigencia positiva que estimula, y la negativa que crea estrés y nos colapsa”.