Pekín. El presidente chino Xi Jinping prometió de nuevo este miércoles 18 de octubre abrir el país a las firmas extranjeras y aplicar nuevas reformas, al tiempo que sigue reforzando su control sobre la segunda economía mundial.
"La apertura trae progreso, el cierre nos lleva hacia atrás. China no cerrará sus puertas sino que se abrirá más", prometió Xi en su largo discurso de apertura del congreso quinquenal del Partido Comunista Chino (PCC), en el poder.
Xi, que debería obtener un nuevo mandato de cinco años para dirigir el país, retomó el tono de sus discursos en el foro de Davos a principios de este año, cuando defendió la globalización y el libre comercio.
"Vamos a flexibilizar considerablemente las condiciones de acceso al mercado (...), protegeremos los derechos e intereses legítimos de los inversores extranjeros. Todas las empresas registradas en China serán tratadas por igual", prometió Xi Jinping en el lujoso Palacio del Pueblo de Pekín.
El líder chino, aclamado por los cerca de 2.300 delegados del partido que participan en el congreso, también se comprometió, pero sin dar fechas, a liberalizar el mercado de divisas, donde la convertibilidad del yuan sigue estando muy controlada.
El objetivo es pasar de un "crecimiento rápido" a un desarrollo económico "basado en la calidad" y en la reducción de las desigualdades, según Xi.
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La promesa de tratar por igual a empresarios chinos y extranjeros es un "discurso bienvenido", asegura Peter Fuhrman, de la consultora China Capital First, que, sin embargo, se muestra prudente. "Hay que confiar en que los funcionarios menos visionarios y los más propicios a la obstrucción sigan estas directivas al pie de la letra", indica a la AFP.
El discurso de Xi contrasta, no obstante, con la realidad y tanto la Unión Europea como Estados Unidos, principales socios comerciales de China, no cesan en denunciar el proteccionismo.
La economía china también está en el punto de mira de Estados Unidos. En agosto, la administración de Donald Trump abrió una investigación sobre las prácticas de China en materia de propiedad intelectual aunque esta semana reconoció que China no manipula su moneda, otras de las cuestiones de desacuerdo entre ambas potencias.
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Las empresas extranjeras se quejan en particular de estar discriminadas frente a las compañías chinas y a los grandes grupos estatales.
Muchos sectores de la economía china siguen están vedados a las inversiones extranjeras y en otros las compañías tienen que asociarse obligatoriamente con socios locales, en algunos casos con transferencia forzosa de tecnología.
Por eso, la cámara de comercio europea en Pekín se felicitó del discurso de Xi Jinping aunque aseguró que las empresas están "cansadas de promesas" incumplidas. "El único remedio es ejecutar las promesas", insistió el organismo en una reacción transmitida a la AFP.
En paralelo a las promesas de apertura, las autoridades chinas continúan apoyando a sus grandes empresas públicas y reforzando su control sobre el sector privado, restringiendo por ejemplo las inversiones de grandes conglomerados como Wanda o Fosun, muy endeudados.
El problema de la enorme deuda china y del riesgo que supone para la economía también está en el punto de mira de Pekín, así como el problema de la burbuja inmobiliaria. "Un apartamento sirve para vivir, no para especular", dijo Xi Jinping en su discurso del miércoles.
"Los dirigentes del Partido quieren transmitir claramente el mensaje de que el crecimiento económico sigue siendo importante pero que no es suficiente", indica por su parte Larry Hu, un analista de Macquarie.
Prueba de ello es que, a diferencia de su predecesor Hu Jintao hace cinco años, Xi Jinping no anunció este miércoles ningún objetivo de crecimiento a largo plazo.