Imagine que un día le ofrecen vender un producto que casi nadie ofrece. Un tesoro de pocos.
Con el tiempo, más actores se cuelan en el mercado, y como si fuera poco, menos gente lo quiere comprar. La guerra se desata.
Ese producto existe y tiene nombre: se llama petróleo.
Lo que había sido un mercado dominado por los miembros de un selecto club bajo el nombre Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), se convirtió en terreno de nadie.
A la fecha, países como Estados Unidos, con una tecnología que revolucionaría el mercado, Rusia y hasta destinos más cercanos, como Brasil y México, desafían al cartel petrolero.
La urgente necesidad de conquistar compradores o mantener a los existentes ha desatado un pulso sin precedentes y con consecuencias mundiales.
La primera de ellas: han inundado el mercado de oro negro.
Datos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por su siglas en inglés) aseguran que la producción de crudo a nivel mundial ha crecido a un ritmo sostenido del 8%. Mientras en 2011 se producían cerca de 88 millones de barriles diarios, cuatro años después ese número promedia los 96 millones.
Así, la sobreoferta hizo de las suyas y los precios bajos históricos del crudo fueron el resultado.
Durante el año pasado, el precio del barril alcanzó su menor nivel de los últimos 13 años, y llegó a ser vendido en unos $32.
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Pese a ello, y ante lo que parece ser una actividad poco rentable, los productores no dan el brazo a torcer y se mantienen firmes en una pelea que ya hunde a sus economías y sus empresas.
La estatal brasileña Petrobras es un ejemplo. La firma anunció recientemente una reducción del 30% de su planilla (5.300 trabajadores), como parte de una reestructuración que le permitirá ahorrar $450 millones al año. Además, reducirá en un 25% su plan de inversiones hasta el 2019.
Con finanzas públicas golpeadas, miles de empleos perdidos y empresas en contracción, ¿cuánto más soportarán los productores de petróleo?
Pulso claro
Por el momento, nadie parece inclinado a ondear la bandera blanca.
Al menos así lo ha dejado claro el principal exportador de petróleo del mundo, Arabia Saudita.
En el proceso de mantener el control del mercado, el país ha registrado pérdidas en dos años por $ 250.000 millones, y en 2015 alcanzó un déficit presupuestario récord de $98.000 millones.
Pese a ello, el Gobierno está preparado para soportar más la sobreoferta, y por ende, los bajos precios.
Según la consultora privada Rystad Energy, la tecnología utilizaba por los saudíes les permite producir petróleo a un costo de tan solo $ 10 el barril.
Tal agresividad tiene entre sus objetivos sacar del mercado a más y nuevos productores entre ellos los productores de petróleo de esquisto en Estados Unidos.
Según estimaciones del Departamento de Energía estadounidense, entre 2010 y 2015, este tipo de explotación pasó de producir algunos centenares de miles de barriles diarios a más de cuatro millones. Hoy representa la mitad de la producción de ese país.
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Este método de extracción es más costoso que el tradicional y los empresarios han tenido que emplearse a fondo para ser cada vez más competitivos.
No todos han ganado esa batalla. La firma Haynes and Boones afirma que 36 productores estadounidenses de petróleo y gas se declararon en quiebra en 2015, pues no soportaron la caída en el precio del barril. El número de pozos activos de extracción es hoy un 60% inferior de los reportados en 2014.
Pese al panorama, las reservas de petróleo en Estados Unidos no han dejado de subir y a enero del presente año ya alcanzaban los 494,5 millones de barriles.
Para rebasar el barril, Irán se reincorporó al mercado petrolero gracias al levantamiento de las sanciones comerciales.
El presidente de la Compañía Nacional Iraní de Petróleo, Rokneddin Javadi, dijo a la agencia de noticias EFE que “con el levantamiento de las sanciones, Irán tiene la capacidad de aumentar su producción en 500.000 barriles diarios”.
A la fecha, el estado islámico sobresale por tener un 10% de las reservas mundiales.
“Es interesante porque Irán y Arabia Saudita aun siendo miembros de la OPEP son rivales en el campo del petróleo”, sostiene Hernán Varela, jefe de estrategia de Aldesa.
Otros grandes países extractores como Rusia o Canadá también se han hecho presentes y colocan cada vez más petróleo en el mercado con el objetivo de proteger su participación.
En 2015, y según el servicio Federal de estadísticas de Rusia, el país incrementó la extracción de petróleo en un 1,3 %, hasta los 553 millones de toneladas; un nuevo máximo histórico.
Aunque no hay consenso al interrior de la OPEP, Arabia Saudita no está sola en su posición de mantener la producción para proteger su cuota de mercado. Otros miembros como Irak y Kuwait, también se rehúsan a recortar la producción y han manifestado que solo lo harían si existe una reducción similar por parte de productores externos al cartel.
Venezuela, que padece serios problemas económicos, es el abanderado de una reducción de la producción a lo interno de la organización. Su lobby no ha sido efectivo y más bien la OPEP aumentó en 2015 su producción en 1,07 millones de barriles diarios.
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Precios bajos hasta que...
De mantenerse la batalla, y bajo el entendido de que ningún actor se retirará antes de tiempo, el precio del barril no verá venir alzas en el corto ni mediano plazo.
Un total de cinco analistas consultados por EF estiman que el precio del crudo no superará los $55 por barril el presente año.
Los analistas consultados tampoco esperan cotizaciones tan bajas como los $20 por barril vaticinada por Goldman Sachs.
Para Erick Solano, director de Comercio Internacional de Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope), hay margen para que se mantengan los precios bajos pero no se vislumbra un desplome mayor al presente.
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Por su parte, el Banco Mundial (BM) redujo su previsión del precio medio del barril de crudo de $51 a $37. Sin embargo, prevé una recuperación gradual del precio del hidrocarburo.
“Consideramos que es posible que los precios suban levemente en los próximos dos años, aún persisten grandes riesgos de deterioro”, se lee en comunicado publicado por la entidad.
Existen razones que podrían revertir la tendencia a la baja.
Para los productores, el alivio llegaría si entre países se gesta un plan para equilibrar la oferta en el mercado reduciendo sus niveles de producción.
Al mismo tiempo, una caída en el número de productores de petróleo con costos más prominentes, contribuiría a impulsar el alza de los precios.
De la misma manera, un repunte de la demanda, motivado por una recuperación de las grandes economías –especialmente China– aportaría al equilibrio del mercado.
Eso sí, ninguna de ellas parece estar por concretarse en el corto plazo.
Demanda a menos
Lejos del pulso por quien gana o pierde mercado, lo que es inminente es que aunque esas causas se reviertan, la demanda por el crudo no alcanzará para captar toda la producción.
La EIA proyecta que será hasta el cuarto trimestre del 2017, cuando el consumo apenas y se nivele con lo producido; unos 97 millones de barriles por día.
Empero, la demanda de crudo no solo está amenazada por el lento crecimiento económico, sino también por un cambio en las matrices energéticas de los países.
El economista Melvin Garita es del criterio que los países cada vez se están haciendo mas “verdes”, y los incentivos por alejarse del petróleo ganan terreno.
“Exoneraciones por uso de automóviles híbridos, carriles preferenciales en algunos países para el uso de estos vehículos. La gente está pensando en ser sostenibles y eso no contribuirá con la demanda”, argumentó.
Llegar a un cambio total en los patrones de consumo podrían demorar hasta 10 años.
Tiempo de sobra para que emerja un bando ganador en la guerra por el control del mercado petrolero.