París.- El desplome del precio del petróleo complace a los consumidores de Europa y Estados Unidos y da impulso a la lánguida recuperación de la economía, pero las cotizaciones del crudo se han convertido en una amenaza para la economía mundial, incluso si suben.
"Hoy estamos en una situación tal, que ya no puede haber más que malas noticias a corto plazo", advirtió Jean-Michel Six, economista jefe de la agencia calificadora Standard & Poor's para Europa, Oriente Medio y África.
Esta visión pesimista contrasta con la satisfacción de los consumidores. A medida que la cotización del barril caía, los europeos o los estadounidenses ganaban poder adquisitivo, gracias a la baja de los precios de la gasolina y del combustible para la calefacción.
Este excedente les ha permitido tener una liquidez considerable para consumir otros bienes.
Por ejemplo en Alemania, "con un crecimiento en torno al 1,5% en 2015, hay cerca de cuatro décimas de punto que se deben a los precios del petróleo. Esto es realmente un repunte del consumo", destacó Ludovic Subran, economista jefe de Euler Hermes.
Hasta unos meses atrás, la caída de los precios era una mala noticia para los productores y los países emergentes por la baja cotización de las materias primas provocada por la desaceleración de China, motor del crecimiento mundial en los últimos años.
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Pero a medida que esta situación se prolonga, los países consumidores también se han visto alcanzados por la tormenta, alertó recientemente el FMI.
Según la institución financiera multilateral, esta evolución de los precios ofrece algunas ventajas como el abaratamiento de los costos de producción en muchos sectores y beneficios para los consumidores.
Sin embargo, los efectos favorables se ven atenuados por las pérdidas en los países productores, que pasan por una "dura prueba".
"Las caídas (de los precios del petróleo y de las materias primas) son un golpe frontal al comercio mundial", dijo Six, en referencia a que las bajas cotizaciones hacen que los países emergentes ya no dispongan de recursos necesarios para mantener las importaciones.
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Y la caída de esas importaciones desestabiliza los rendimientos de las multinacionales, que tras la crisis de 2008 habían compensado las pérdidas en Europa y Estados Unidos refugiándose en los emergentes.
Ganadores y perdedores
Mientras más dure este ciclo, "más se va a marcar la diferencia entre ganadores y perdedores, ya sea en términos de país o de sector", dijo Subran, en alusión a las enormes dificultades que enfrentan las empresas petroleras y de derivados en relación a industrias como la química o los transportes.
"En el sector de la energía esto puede tener consecuencias, incluso financieras", advirtió Olivier Garnier, economista jefe de Société Générale, quien teme a problemas de endeudamiento en este sector.
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La agencia de calificación Moody's colocó el viernes las notas de 120 empresas del sector petrolero y de energía de todo el mundo en revisión a la baja.
"Estas revisiones reflejan una mezcla de precios a la baja que están en mínimos de varios años, un debilitamiento de la demanda y un prolongado periodo de sobreoferta que continuará afectando significativamente a los perfiles de crédito de las empresas, dijo la calificadora.
Además existen riesgos de desestabilización de varios países productores, que compran la paz social con la abundante renta petrolera.
Para Subran, países como Argelia, Arabia Saudita, Angola o Ecuador pueden llegar muy rápidamente a un punto donde se agoten las herramientas de política económica que pueden aportar un poco de crecimiento.
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Para hacer frente a la caída de los ingresos, el economista jefe de Euler Hermes estima que los países productores no tiene más alternativas que el endeudamiento, las privatizaciones o la austeridad.
Después, quedan las medidas impopulares que "se traducen enseguida en fuertes presiones sociales".
De todas formas, si los precios comenzaran a orientarse al alza, las perspectivas tampoco parecen muy alentadoras, señala Six. El experto teme que se produzca haya una "crisis del petróleo" si hay un alza marcada de los precios.
Una subida muy brusca "debilitaría el poder de compra en Europa y el consumo, en un momento en que la recuperación es frágil", destacó.