La demanda nacional de energía viene en una recuperación sostenida desde por lo menos el 2013.
Datos reportados por el Centro Nacional de Energía en su informe anual del 2015, aseguran que para ese año, los costarricenses consumieron un 2,75% más de energía en comparación con un año atrás.
De igual forma, durante los primeros cuatro meses del presente año esa tendencia al alza se mantiene, y la misma entidad reporta un crecimiento promedio aun mayor, del 6,8%.
Los números dan para pensar en positivo, en un dinamismo mayor del sector productivo, por ejemplo, pero también lanza al aire ciertas interrogantes.
La primera de ellas es ¿qué está haciendo el país para enfrentar esa alza en el consumo y para diversificar la matriz energética?
Concentración
La mayor apuesta se centra en la tradicional generación hidroeléctrica. Para el 2015, un 75% de la producción nacional provino de la fuerza del agua.
La capacidad instalada es robusta y el Instituto Nacional de Electricidad (ICE) la cataloga como una fuente abundante, de calidad y económica.
Sin embargo, para Juan Pizarro, abogado especialista en energía y telecomunicaciones, esa dependencia en la hidrogeneración podría poner en aprietos al país, y a los actores del sector eléctrico en años venideros.
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Al mismo tiempo, el país le apuesta en segundo término a la geotermia y al viento, en orden de importancia y según la capacidad instalada.
Es más, la energía eólica es de las fuentes de energía que más ha visto crecer su producción entre enero y abril del presente año, con una variación del 27,76%.
“Una eventual merma de electricidad hidroeléctrica debería ser suplida (o al menos en parte) por las plantas eólicas. Pero al no ser estas productoras de una energía de base con carácter estacional, lo que se genere podría ser insuficiente”, citó Pizarro.
Potencial desaprovechado
Aunque las cifras revelan intentos del país por diversificar su matriz de generación eléctrica, con fuentes limpias, cabe cuestionarse si el esfuerzo es suficiente y cuál es el mejor camino para lograr la necesaria diversificación.
Inmediatamente se obtiene como primera respuesta la necesidad de mirar cada vez más al Sol.
De acuerdo con el Plan de Expansión de la Generación 2014-2035, el potencial identificado (incluido el instalado) para la energía solar es de 126 MW frente a una capacidad instalada (efectiva) de tan solo 2 M, lo que corresponde a alrededor del 1%.
En el documento no se detalla la propuesta de algún proyecto para aprovechar la energía solar a gran escala en el corto plazo (al menos al 2017).
“Aunque a futuro se espera contar con un potencial interesante de otras fuentes no convencionales, los costos y barreras tecnológicas actuales limitan la consideración de participación significativa de otras opciones”, detalla el plan.
Y es que con la energía solar surge además un nuevo reto y una tendencia ya clara en el mercado: la generación in situ o generación distribuida.
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Evolución en ciernes
En el país, el Gobierno logró dotar de una sombrilla legal a los empresarios y hogares que producen su propia energía con fuentes alternativas.
Desde el 8 de abril, los clientes se pueden interconectar a la red de distribución de electricidad para subir la energía que no hayan consumido y descargar la que requieran en el momento en que su sistema de generación no esté produciendo.
El Gobierno y los empresarios acordaron que los productores-consumidores solo podrían inyectar el 49% de su producción total a la grilla.
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Esto con el objetivo de apegarse al concepto de la generación para el autoconsumo.
Este giro es apenas un primer paso y el país sigue viviendo en pañales su evolución.
“Nosotros como generadores privados de energías renovables pasamos a ser segundos productores y nos volvemos parte de la solución, pero no la solución como un todo, eso es importante de entender”, destacó Salomón Lechtman, presidente de la Asociación Costarricense de Productores de Energía (Acope).
De igual forma, la necesidad de explotar nuevos terrenos energéticos también se suma al ideal de planes para el futuro.
En este caso la discusión se centra en la geotermia. El más reciente proyecto de Ley 19.233, que ya suma dos años en los pasillos de la Asamblea Legislativa, pretende dar el aval al ICE para desarrollar este tipo de generación dentro de áreas protegidas. El texto choca con la posición de ambientalistas y congresistas en favor del medio ambiente.
Según estimaciones del ICE, el potencial de energía geotérmica dentro de dichas áreas es de unos 350 MW.
“En este tema también se debe abordar la geotermia de baja entalpía, aquí estamos ante un gran recurso que no requiere la instalación de grandes plantas. Hay mucho potencial identificado pero no se ha explotado”, subrayó Esteban Bermúdez, socio fundador de la consultora en temas de energía Escoia.
De igual forma, la apuesta por una fuente de biomasa como el bagazo también podría llegar a sumarse para diversificar más la matriz energética. Durante el 2015, esta fuente de energía apenas representó el 0,77% de la producción bruta nacional.
Mientras eso sucede, es claro que la capacidad del sistema eléctrico nacional es robusto y tiene para rato para satisfacer la demanda. Por ejemplo, la producción bruta para el 2015 crecía poco más de un 3% por encima del consumo nacional.
Entonces viene el cuarto planteamiento y todavía más retos.
“Si se llega al momento en que la gente genere su propia energía y se sumen cada vez más actores al sistema, hay que abrirse a ideas como que el ICE se vuelva un exportador aun más sólido de su energía, y que eso le genere riqueza”, afirmó Pizarro.