París.- ¿Golpe publicitario o arrepentimiento sincero? Más allá del anuncio de Amazon sobre sus actividades en Europa, todavía queda mucho camino para que las grandes multinacionales paguen lo que corresponde a su actividad en cada país
Tratándose de Amazon, es decir de un gigante de internet, sector de muy mala reputación fiscal, el anuncio tuvo gran eco: a saber, el gigante de la venta por internet empezó a declarar sus ingresos en Reino Unido, Alemania, España e Italia, y lo hará en Francia, según una declaración transmitida el martes a la AFP, que indica que ya no las contabilizará en Luxemburgo, país de grandes ventajas fiscales.
Laurent Leclercq, abogado especialista en temas fiscales del gabinete Fidal, relativiza el caso y subraya que Amazon "no obtiene siempre beneficios" en cada país. El grupo, con pérdidas en el primer trimestre a nivel mundial, no pagará por tanto necesariamente impuestos.
Su decisión es pues "táctica", subraya el abogado, para quien el gesto pretende corregir la mala reputación fiscal del grupo, y además poner bajo presión a otros gigantes digitales. Y, al mismo tiempo, tranquilizar a la Comisión Europea, que investiga los vínculos entre Amazon y Luxemburgo.
En los últimos años, muchas multinacionales evitaron pagar los debidos impuestos por los beneficios obtenidos en un determinado país gracias a sofisticados montajes fiscales, más o menos legales, que hacen pasar sus actividades por otro país, en función de las tasas impositivas.
Estas prácticas, llamadas de "optimización fiscal", aplicadas desde hace años, se han vuelto muy impopulares a medida que los Estados europeos se han visto ante una situación fiscal cada vez más precaria, a causa de la crisis de la deuda soberana.
En este sentido, la UE investigó los montajes fiscales de grupos como Apple o Google: pero al operar con bienes inmateriales (marcas, patentes), con un mínimo de personal y de presencia física en los países, estas empresas pueden fácilmente aprovechar las lagunas de una fiscalidad internacional obsoleta.
La ofensiva contra el fraude de los particulares ha sido rápida --se traducirá desde 2017 por intercambios automáticos de datos entre los fiscos del mundo--, pero la lucha contra la optimización fiscal de las empresas es más difícil, a la vez debido a su complejidad técnica y a las resistencias políticas.
Para Pascal Saint-Amans, encargado en la OCDE de las negociaciones fiscales internacionales, el anuncio de Amazon no supone realmente una sorpresa.
"La empresa muestra su voluntad de ser un precursor en la adopción del 'plan BEPS'", especie de arsenal de reglas contra la optimización fiscal que será adoptado a fines de año por los jefes de Estado del G20, explica a la AFP.
"Las empresas se mueven porque anticipan un cambio de las normas internacionales, aunque siguen actuando con un lobby muy duro contra ese mismo cambio", explica.
De hecho, la lucha contra la optimización no es muy coordinada. Europa lleva a cabo su propia campaña sobre los montajes fiscales de Apple en Irlanda, Starbucks en Holanda, Amazon y Fiat en Luxemburgo; el Reino Unido instaura por su parte una "Google tax" contra los malos pagadores al fisco e Irlanda desmonta sus legislaciones propicias para la optimización.
La política europea "ofrece aún demasiadas escapatorias", se lamenta Norbert Walter-Borjans, ministro de finanzas de Renania del Norte Westfalia, estado alemán puntero en la lucha contra el fraude fiscal.