La atracción de inversión que realice procesos productivos más sofisticados e innovadores en Costa Rica es la meta que el país se ha trazado.
En la acera de enfrente, la pérdida de competitividad país en tarifas eléctricas y otras áreas del proceso productivo, obligan a las firmas de manufactura básica a replantear sus estrategias, y en el escenario menos deseado, buscar nuevos mercados para producir.
Ese comportamiento, consecuente con el modelo económico nacional, no pasa en vano y deja una factura cara a su recurso más valioso: las personas.
Según un recuento realizado por EF, solo entre el 2014 y el 2015, al menos 11 empresas del sector manufacturero realizaron un recorte de su planilla, ya fuese por la contracción de sus exportaciones, o por altos costos de producción.
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Este proceso de transformación ha dejado un saldo de 4.130 empleados despedidos de sus puestos de trabajo, en momentos cuando el desempleo se mantiene cercano al 10%.
¿Qué están haciendo los distintos actores: empresas y gobierno para paliar los efectos de ese movimiento de capital humano?
Esfuerzos privados y públicos
Timothy Scott, gerente de Asuntos Gubernamentales y de Relaciones Públicas de Intel, recordó cómo en el cierre de operaciones de la planta de manufactura de la transnacional en 2014 la firma se avocó a un proceso de re inserción de su personal.
El cierre de la planta supuso el cese de 1.500 plazas.
Entrenamiento al personal despedido para la creación de una hoja de vida exitosa, talleres de emprendimiento para quien tuviera en mente formar su propia empresa, y hasta el desarrollo de una feria de empleo con más de 20 empresas del sector, fueron de los brazos de ayuda que Intel brindó a su entonces fuerza laboral.
Por su parte, Jorge Calderón, director regional de Asuntos Corporativos para Cargill Centroamérica, afirmó que la firma establece comunicación con los gobiernos locales para acelerar la búsqueda de oportunidades laborales para el personal afectado.
En ambos casos el entrenamiento constante permite a las firmas reubicar a su personal en nuevos roles, una vez que se debe dar un giro en el negocio.
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“Aportar habilidades blandas como trabajo en equipo y comunicación beneficia a cualquier persona”, detalló Scott.
Desde el gobierno, el Ministerio de Trabajo asegura contar con al menos dos programas diferentes –Empléate y Pronapyme– para atender a población en condición de desempleo. Estos programas atienden a toda la ciudadanía y no solo a los desempleados de empresas manufactureras.
Al ser notificado de un cierre o reestructuración de una empresa, el Ministerio desde la dirección de empleo activa sus programas de intermediación.
El proceso va desde conocer los perfiles de los empleados, referirlos a firmas que requieren personal, hasta desarrollar programas que pretenden dotar de nuevas capacidades a las personas para facilitarles el acceso a otras ofertas de trabajo con mayores requisitos.
Empero, estos esfuerzos no están cuantificados y el Ministerio no lleva el pulso de cuánto porcentaje del personal despedido logra volver a insertarse en el mercado laboral.
Frentes abiertos
Que los esfuerzos estén enumerados no significa una solución.
El tipo de inversión que actualmente quiere atraer el país, no buscará el perfil de empleado que deja la manufactura básica, pero a la vez, la inversión nueva aqueja de falta de recurso humano capacitado.
De esta forma, que Costa Rica siga invirtiendo en formación técnica y universitaria, es parte de las necesidades que deben ser atendidas .
“Yo creo que el INA está debiendo, no hemos logrado que entre con una oferta sólida, y los colegios técnicos todavía son una minoría. Tenemos esfuerzos desarticulados”, comentó Alexander Mora, ministro de Comercio Exterior.
Pese a ello, estimaciones de la Coalición de Iniciativas para el Desarrollo (Cinde) detallan que unas 10.000 mujeres de la industria textil trabajan hoy como operarias en empresas médicas.