Un puñado de cabezas masculinas y medio canosas se apiñan en el auditorio del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) para recibir su credencial como alcaldes electos del país.
Por fuera, muchos son parecidos: liberacionistas de medio siglo y casi todos hombres. Esas características las comparten tres de cada cinco jerarcas. Algunas mujeres y otros pocos alcaldes jóvenes completan la ecuación.
La homogeneidad se queda perdida, sin embargo, en cuanto comienzan a opinar sobre algún tema de interés nacional.
Si se les pregunta sobre derechos de parejas homosexuales, el 60% de los alcaldes de Liberación Nacional (PLN) cree que no debería permitirse que se den la mano o se besen en público, pero el 35% cree todo lo contrario.
Sucede lo mismo entre los alcaldes de Acción Ciudadana (PAC) y de la Unidad Social Cristiana (PUSC), cuyas opiniones no se ajustan a la bandera de su partido sino a sus propias creencias.
Un estudio de EF revela en esta edición cómo piensan 74 de los 81 nuevos alcaldes del país sobre temas de salud, diversidad, seguridad, recreación, inmigración y ambiente, entre otros.
El estudio consistió en una encuesta de trece preguntas, de tipo censal, que se llevó a cabo durante abril. Se logró entrevistar a 74 de los 81 alcaldes y alcaldesas, pero a todos ellos se les llamó y se les dejó mensajes al menos tres veces.
El análisis de los resultados deja claro que la ideología entre los gobernantes locales de un mismo partido es heterogénea: una caldera llena de preceptos religiosos y morales en lugar de argumentaciones técnicas y políticas, en la mayoría de los casos.
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La caldera heterogénea
Mientras Hugo Rodríguez, alcalde de Palmares por el PAC, cree que no debería permitirse que las parejas del mismo sexo tengan muestras de afecto en público, Eduardo Hidalgo, del mismo partido y jerarca de Acosta, cree que es parte de los derechos humanos de todas las personas.
Pero la heterogeneidad no reside únicamente en temas polémicos, sino también en otros, como la apropiación de la ciudad.
Si se le pregunta al alcalde de Santa Ana si debería permitirse a artistas y patineteros utilizar espacios públicos sin pedir permiso previamente al municipio, la respuesta será un no.
“No. Todo se tiene que hacer regulado. No puede ser que se llegue a un campo que no esté apto para que se practiquen estas actividades y, sobre todo, si se destruyen cosas. Se deben construir lugares para que puedan practicar”, dijo el alcalde del PLN, Enrique Oviedo, durante la encuesta aplicada.
Pero si la pregunta se le remite a Arturo Madrigal, también del PLN y alcalde de Santo Domingo, dirá todo lo contrario: “Tenemos que fomentar el uso de espacios públicos”.
¿Por qué debería importarle a la gente que los partidos políticos no logren unificar la ideología de sus partidarios?
Si le echa un vistazo a la Asamblea Legislativa, podrá darse una idea: si no se parte de ideas en común, es prácticamente imposible llegar a acuerdos para el bienestar del país.
El Programa Estado de la Nación (PEN) viene destacando en sus informes anuales que los partidos políticos no están invirtiendo en el ideario de sus militantes.
“Existe una debilidad institucional en los partidos, en la construcción del ideario político”, dijo Steffan Gómez, investigador en temas políticos de estos informes.
Ello coincide con una erosión de la base partidaria de los partidos tradicionales, como Liberación Nacional, que cada vez pierde más electores, aunque sigue manteniendo la mayor proporción de alcaldías.
¿Pero de qué le sirve a Liberación Nacional mantener la mayoría de alcaldías si sus alcaldes no se agrupan en torno a una línea de pensamiento al menos similar a ellos? Por ahora, es una pregunta que se responderá en los próximos seis años.
Rigurosidad por la borda
A pesar de sus opiniones disímiles, si algo une a los alcaldes de este país es su falta de sustentos legales, estadísticos o técnicos a la hora de responder a cuestionamientos sobre los cuales ya se tienen estudios y leyes en el país.
Si bien su respuesta al equipo de EF fue espontánea (no se les solicitó expresamente argumentos sustentados), podían agregar explicaciones después de decir sí o no (rotundo o parcial en cada caso).
Es una de las preocupaciones más fuertes que manifestó la abogada especialista en derechos humanos, Larissa Arroyo, al comentar el estudio.
“Los verbos que utilizan hacen referencia a sensaciones y emociones más que opiniones con un sustento”, comentó la especialista.
“Claramente la orientación cognitiva es bastante pobre, es más afectiva y valorativa”, coincidió con ella el analista político Rotsay Rosales.
Las coincidencias
Si los partidos no hacen coincidir a los alcaldes en las temáticas sociales, la geografía sí lo logra.
Al menos es así en el caso de algunos temas como la inmigración y la pobreza, cuya preocupación muestra una clara tendencia a acumularse en ciertos puntos del país.
Si observa los mapas en la siguiente página, notará que la mayoría de los alcaldes que creen que la inmigración aumenta la inseguridad en su cantón pertenecen a zonas costeras, del norte del país y algunos del centro.
Lo mismo ocurre cuando se les pregunta si esta población satura los servicios de salud de sus comunidades.
Sus respuestas, en este caso, se enfocaron en describir el problema que viven sus cantones y no en sustentarlo con estadísticas.
Es probable que no puedan argumentar con cifras. “Nosotros hemos analizado la migración en relación con la inseguridad y no la aumenta ni cambia absolutamente nada”, dijo Steffan Gómez, del PEN.
En otros temas, los alcaldes coinciden con gran frecuencia: la prohibición a fumar marihuana en los parques y a cultivar transgénicos en sus cantones (72%).
La homogeneidad, sin embargo, sigue sin formar parte de una cultura partidaria.
Los alcaldes, en temas sociales, son figuras que parecen más aisladas de sus partidos que unidas a ellos.