Las franquicias se han incrementado en Costa Rica y se han convertido en una forma de negocio ideal para ingresar a nuevos mercados, obtener clientes, aumentar la inversión y generar empleos mediante la réplica de un modelo de negocio determinado.
Cuando se habla de franquicias, es común pensar en las grandes marcas que se han desarrollado mundialmente y que se caracterizan por su trayectoria en el mercado, planes estratégicos complejos, sistemas de operación y procesos productivos consolidados y políticas corporativas en todas las áreas de su actividad.
En estas, el reconocimiento, relevancia y posicionamiento de sus marcas es de tal magnitud, que los procesos de obtención de una licencia son cerrados, confidenciales, rigurosos y, requieren estudios de factibilidad, mercadológicos, financieros y legales.
Adicionalmente, el franquiciado debe demostrar poder adquisitivo y contar con determinadas cualidades personales, profesionales y empresariales.
En Costa Rica, aprovechando un mercado dominado por pymes, la franquicia se ha adaptado a la realidad nacional y se han llegado a constituir las microfranquicias, las cuales reproducen modelos de negocios en una escala de tamaño menor, con operaciones de menor envergadura y complejidad, montos de inversión más bajos que, por lo general, no superan los $50.000, procesos de capacitación más sencillos, plazos de recuperación de inversión más cortos (en promedio de dos años) y una elección del franquiciado que no tiene la misma rigurosidad que en las franquicias tradicionales.
Estas han permitido la creación de nuevas marcas en nuevos mercados, a través de la contratación con emprendedores, inversionistas o empresarios que no pueden acceder a una franquicia tradicional.
No obstante, las microfranquicias enfrentan los siguientes retos.
Indebida selección del franquiciador y franquiciado. Escoger una microfranquicia implica analizar, entre otras cosas, las condiciones y características personales y profesionales de la gente o empresas involucradas en la contratación.
Una microfranquicia implica que franquiciador y franquiciado deberán llevar, en conjunto, los procesos de implementación debiendo existir afinidad entre ambos. Esta adquiere importancia por cuanto, al ser en muchos casos los franquiciadores y los franquiciados pymes o emprendimientos, el éxito del negocio depende de la forma de la relación entre las partes.
Estos procesos de selección en ocasiones se pierden de vista y, prevalece el interés de corto plazo de vender o adquirir una microfranquicia.
Incomprensión de las obligaciones contractuales. Los contratos de microfranquicias son documentos con complejidad técnica, legal, financiera y contable que regulan temas como territorialidad, exclusividad, licenciamientos, propiedad intelectual, confidencialidad, no competencia, publicidad, políticas contables, financieras y, por supuesto, cómo se ejecutará el contrato.
En la mayoría de los casos, las partes no comprenden el contenido y las implicaciones del contrato, lo que genera conflictos en la manera en la que debe desarrollarse.
Adicionalmente, en las microfranquicias nuevas o recién creadas, los marcos contractuales no han sido probados en la práctica, lo que genera discordancias durante la operación.
Falta de validación de los procedimientos e información financiera. Otro problema es que ciertos manuales operacionales contienen procedimientos genéricos preparados con base en otros modelos de negocios distintos.
Asimismo, las proyecciones financieras para determinar rentabilidad, se preparan con información que no ha sido validada en la práctica o está incompleta.
Deficiencia en los procesos de capacitación. Al tratarse las micro-franquicias de negocios de menor complejidad, se resta importancia a los procesos de capacitación preoperacionales y posapertura, incluyendo, refrescamientos sobre políticas, procedimientos e introducción o cambio de productos y servicios.
Imposibilidad de acceder a financiamiento. Las microfranquicias se basan en el supuesto de que, al replicarse un negocio en funcionamiento, se reduce el riesgo de fracaso. No obstante, todavía no existe apoyo del sistema financiero local con financiamiento para estos negocios.
Insuficiente acceso a la asesoría legal, contable y financiera. Las microfranquicias, por lo general, sufren del mismo problema de las pymes, carecen de acceso suficiente y especializado en materias legales, contables y financieras, que permiten evitar contingencias y generar valor agregado.
Es común que las microfranquicias no puedan o no tengan los recursos para asesorarse en temas sobre recurso humano, cargas sociales, contratación privada o que tengan limitaciones para llevar contabilidades sanas, estrategias fiscales o de planificación financiera.
Problemas con los encadenamientos productivos. Las microfranquicias, en especial las nuevas, tienen listas de proveedores restringidas y limitadas, que generan riesgos de desabastecimientos de productos o aumentos de costos ante la imposibilidad de negociar u obtener los productos de otros proveedores.