Exempleado del FMI y economista ortodoxo, Joaquim Levy tomó el lunes el timón de las finanzas de Brasil con la misión de enderezar su rumbo. Apodado "manos de tijera", el nuevo ministro de Hacienda anuncia tiempos de recorte y austeridad para la mayor economía de América Latina.
"Brasil tiene plenas condiciones de ejercer el equilibrio fiscal sin afectar derechos sociales o deprimir la economía", dijo Levy al asumir formalmente el cargo.
A los 53 años, este ingeniero naval formado en Economía en Estados Unidos, comandará el equipo económico de la presidenta Dilma Rousseff en su segundo gobierno, en reemplazo de Guido Mantega.
Levy trabajó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en los años 90, y tiene por delante una ardua tarea: ajustar el cinturón de las finanzas sin tocar los programas que han beneficiado a los más pobres en los últimos 12 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), como prometió la mandataria.
Durante su primer gobierno, la séptima economía del mundo se desaceleró. De una expansión del PIB de 7,5% en 2010, pasó a una proyección muy cercana a cero en 2014.
Al magro crecimiento se suma el déficit comercial, un menguado ahorro fiscal y una inflación del 6,5% a noviembre de 2014, en el techo de la meta oficial. Una bomba de tiempo que Levy deberá desactivar.
Amigo de los mercados, este exbanquero delineó una gestión de austeridad y recorte en busca de recobrar la confianza de los inversionistas en Brasil, lacerada, además, por el escándalo de sobornos y sobreprecios en contratos en la estatal Petrobras.
Trabajador incansable, Levy fue apodado por la prensa "manos de tijera" por los recortes que impuso en las finanzas públicas cuando se desempeñó como secretario del Tesoro, entre 2003 y 2006, bajo el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva, padrino político de Rousseff.
El nuevo ministro solía increpar a sus colaboradores por incluirlo en clase ejecutiva en los vuelos. "Con ese dinero, viajan dos", reclamaba Levy, según recuerda el diario O Estado de Sao Paulo.
Levy entonces "era considerado alguien que cortaba bastantes gastos, era bien duro en ese papel. Es una persona que tiene la fama que se necesita (...) para conquistar la confianza", señaló a la AFP Francisco Pessoa, de la consultora LCA de Sao Paulo.
Bajo su gestión, Brasil solo puede prometer, agrega, "sudor, trabajo y lágrimas".
El gobierno de Dilma ya envió las primeras señales de ajuste al restringir el acceso a beneficios como el seguro de desempleo y la pensión por muerte. Levy también anticipó la revisión de los subsidios al consumo de energía vigentes desde 2013.
"Levy está ahí para mostrar que se intenta retomar una política un poco más ortodoxa, y tiene realmente que mejorar la situación fiscal", declaró Pessoa.
Desde 2010 era el director de gestión y estrategia de Bradesco Asset Management (Bram), el brazo de gestión de fondos de inversión de Bradesco, el segundo mayor banco privado de Brasil.
Levy ya ocupó altos cargos en los gobiernos de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) y Lula (2003-2010).
Con Lula, formó parte del equipo económico ortodoxo que el entonces primer presidente del PT formó para tranquilizar a los mercados ante los temores de la llegada al poder de un sindicalista de izquierda.
Entre 2007 y 2010, también fue el responsable de Finanzas del estado de Rio de Janeiro.
Resistido por círculos del PT, Levy deberá mostrar que es un buen equilibrista: ajustar las finanzas sin impuestos o recortes impopulares.
"La pregunta del mercado es: ¿lo va a conseguir?" porque "hay sectores del PT que están muy en contra de este tipo de políticas económicas", comentó Pessoa.
Levy en tanto, anunció este lunes que "posibles ajustes en algunos tributos serán también considerados, especialmente aquellos que permitan aumentar el ahorro doméstico".
Brasil cerró 2014 con un bajísimo crecimiento que según la última previsión oficial aún no confirmada por las cifras de fin de año, sería de 0,2%.