Ubicado de manera segura en el púlpito de control, Chris St. Amand está viendo hervir el caldero.
Durante el turno de día en la planta de Nucor Steel a orillas del río Cooper aquí, St. Amand supervisa una tira de acero de 1,2 metros de ancho mientras es sumergida en un caldo de fundición de brillante zinc protector.
Él da seguimiento a este proceso de galvanización ? desde la temperatura de 463 grados centígrados del caldero hasta la velocidad de la línea ? en un conjunto de pantallas destellantes. Excepto, es decir, por la pantalla en la parte inferior derecha. “Veo nuestras acciones y el Dow Jones en esa”.
A St. Amand, cuyo paquete salarial incluye reparto de utilidades, le gusta lo que ve. Desde el Día de la Elección, Nucor ha subido 13 %.
En toda la industria acerera, los precios accionarios ? y su moral ? han estado al alza, animados por la promesa del presidente Donald Trump de proteger a los fabricantes estadounidenses contra las importaciones más baratas e invertir hasta $1 billón en infraestructura durante la próxima década.
Un gobierno perfecto
“Si se pudiera diseñar un gobierno perfecto desde la perspectiva de la industria siderúrgica, sería este”, dijo Thomas Gibson, presidente del Instituto Estadounidense para el Hierro y el Acero, señalando las promesas del Presidente de eliminar las regulaciones y reducir los impuestos, mientras mantiene a raya a los competidores y se embarca en un programa de construcción basado en “Comprar en EE. UU.”.
Aún antes de que se emitiera un solo voto presidencial, los fabricantes de acero estadounidense se habían sentido alentados el año pasado por las ventas automotrices récord y una serie de sanciones impuestas a productores extranjeros como China por inundar ilegalmente con acero subsidiado a Estados Unidos. “Esperamos que nuestros productores de hojas y placas de acero se beneficien de las acciones comerciales emprendidas el año pasado”, dijo John Ferriola, director ejecutivo de Nucor.
La atención de Trump en el comercio y la manufactura ? lo cual le ayudó a ganar la Casa Blanca ? significa más aquí que cualquiera de los tropiezos y traspiés que alimentan a los cómicos de los programas televisivos nocturnos. En esta acerera del Condado de Berkeley, ni la retractación del gobierno de una promesa de usar acero hecho en Estados Unidos en el oleoducto Keystone XL o sus desordenadas batallas con los congresistas republicanos y sus bajos índices de aprobación hicieron disminuir el optimismo en torno al Mandatario y su agenda.
“Mi confianza no se ha visto debilitada para nada”, dijo St. Amand, de 37 años, quien se mudó desde Kentucky hace 16 años para tomar un empleo a nivel inicial en Nucor como empacador. “Trump es bueno para la industria”, dijo, repitiendo un sentimiento expresado por otros 20 empleados entrevistados.
Jefrrey Goude, de 29 años, estuvo de acuerdo. “Todos ellos reciben críticas”, dijo de los políticos. “Trump es el número 1 para esta industria. Está tratando de hacer a Estados Unidos grande de nuevo”.
Esa frase se hace eco no solo del lema de campaña de Trump sino también del título de un libro de 2015 del exdirector ejecutivo de Nucor, Dan DiMicco, quien fue asesor económico durante la campaña y miembro del equipo de transición comercial del presidente. En el libro: American Made: Why Making Things Will Return Us to Greatness (Hecho en Estados Unidos: Por qué hacer las cosas nos regresará a la grandeza), DiMicco argumenta que las políticas comerciales y la renuencia a imponer aranceles de castigo han costado a Estados Unidos millones de empleos manufactureros.
Con más de 200 instalaciones y $16.000 millones en ventas el año pasado, Nucor está bien posicionado para aprovechar un aumento en la demanda nacional. La compañía usa tecnología avanzada para convertir metal de desecho en vigas de apoyo para rascacielos, recubrimientos de calentadores de agua delgados como el papel y delicadas hojas que pueden ser moldeadas como adornos de Navidad y señuelos de pesca.
“Somos muy flexibles”, dijo Giff Daughtridge, el gerente general y vicepresidente de la planta de Huger. “Podemos recibir chatarra fría y convertirla en un producto muy rápidamente”.
Las ardientes cascadas de chispas anaranjadas, enormes cubos vertederos y martilleantes rodillos rugen las 24 horas aquí, atendidos por cuatro equipos rotativos que trabajan turnos de 12 horas.
“Es caliente; es sucio. Es un trabajo duro”, dijo Leigh Kemp, de 48 años, quien dejó un empleo de oficina para trabajar en la planta atendiendo un horno metalúrgico hace dos décadas. “Pero se gana buen dinero”.
Maquinaria automatizada
La planta emplea a 940 personas, sin embargo la mayor parte de la planta está ocupada por maquinaria altamente automatizada en vez de personas.
Si las políticas comerciales han afectado a los empleos de la industria siderúrgica, también lo han hecho los avances tecnológicos como los hornos de arco eléctrico de Nucor, que reciclan el hierro y acero existente en vez de producirlo desde el principio. Las plantas acereras de altos hornos al viejo estilo que se parecían al Mordor volcánico de El señor de los anillos y empleaban a legiones de calderos, electricistas, instaladores de calefacción y más está en declive en Estados Unidos.
En los años 80, por ejemplo, producir una tonelada corta estadounidense terminada de acero requería unas 10 horas humanas de trabajo. Ahora, la planta de Huger puede hacer esa misma tonelada de material reciclado en 0.4 horas humanas, dijo Daughtridge, quien ha trabajado para Nucor durante 33 años.
Los empleos que existen son codiciados. Los trabajadores se quedan una, dos y tres décadas con la compañía mientras alientan a familiares y amigos a unírseles.
A pesar de toda la discordia que ha asolado a Trump desde la elección, ninguno de los proveedores y empleados estaba reconsiderando el haber votado por él. No se escucha ningún arrepentimiento en ellos.