El Senado de México aprobó la noche del miércoles un impuesto del 8% a los alimentos altamente calóricos, que deberá ratificar la Cámara de Diputados y ha despertado fuertes protestas de productores de azúcar y restaurantes.
La medida forma parte de la reforma fiscal presentada el 8 de setiembre por el presidente Enrique Peña Nieto.
Ya la iniciativa había sido revisada por los diputados, quienes acordaron un impuesto de 5% a esos productos alimenticios.
Sin embargo, con 72 votos a favor y dos en contra, el Senado realizó modificaciones a ese dictamen "para que el impuesto a la comida chatarra pase del 5 al 8%", informó la cámara alta a través de su cuenta Twitter.
Este canon se aplicará a alimentos no básicos con alto contenido calórico, como productos de confitería, chocolates, cremas de maní y avellanas, dulces de leche, así como alimentos preparados a base de cereales.
Además de elevar la recaudación fiscal, la medida busca combatir los altos índices de sobrepeso y obesidad que afectan a más del 70% de los 118 millones de mexicanos, según cifras oficiales.
Sin embargo, organizaciones de restaurantes y productores de azúcar han manifestado su oposición al incremento del impuesto a través de cabildeos y misivas publicadas en la prensa.
Otro aspecto polémico de la reforma fiscal es un gravamen del 5% a las bebidas azucaradas, que fue aprobado por los diputados y debe ratificar el Senado.
La decisión del Senado sobre el impuesto a la comida chatarra fue tomada en ausencia de la bancada del opositor Partido Acción Nacional (PAN) y de una fracción del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), que abandonaron el recinto legislativo en protesta por un aumento del Impuesto al Valor Agregado en los estados fronterizos con Estados Unidos.