Las mujeres reciben, en promedio, un 28% menos salario que los hombres, aún teniendo características similares a las de ellos, como un posgrado.
Así lo estimó EF con su Calculadora Salarial, construida con datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (Enigh) del 2013.
La web app , que se puede consultar desde la computadora o un teléfono inteligente en elfinancierocr.com , utiliza un modelo de regresión lineal que calcula el efecto que tienen siete factores en los ingresos reportados por los costarricenses.
Al comparar a hombres y mujeres con la misma experiencia, zona de residencia, sector laboral, rama de actividad, escolaridad, entre otras variables, las mujeres costarricenses trabajadoras muestran una clara brecha económica en su contra.
El contraste es tan grande que si una mujer obtiene un posgrado, apenas empata el salario promedio de un hombre con licenciatura. En ese escenario, la diferencia salarial a favor de la mujer es de apenas 1%.
Entre las mujeres, los topes de salarios máximos, percibidos a los 46 años, son de ¢1,4 millones en una empresa privada pequeña, mientras para un hombre en condiciones similares el salario asciende hasta ¢1,9 millones únicamente por el hecho ser del sexo masculino.
En la empresa privada mediana, el salario mensual tope de una mujer es de ¢1,7 millones, mientras para un hombre es de ¢2,3 millones.
En una empresa privada grande, el ingreso promedio tope de una mujer es de ¢1,9 millones, mientras el de un hombre es de ¢2,6 millones.
Una asalariada en el sector público recibe, en promedio, ¢2,3 millones en su pico productivo, y un hombre ¢3,2 millones.
Esta diferencia no es nueva. “Siempre se ve la ‘bendita’ brecha, y no se ve que disminuya. Hace 30 años se ven iguales”, explicó Natalia Morales, investigadora del Estado de la Nación especializada en este tema
Más escolaridad; menos ingreso
Tal situación se repite en todos los estratos del mercado laboral, pese a que las mujeres tienden a invertir más en su escolaridad que los hombres, según se concluye de la Enigh 2013.
Mientras que solo el 23% de los hombres que trabajan tienen, al menos, algunos años de educación superior, en el caso de las mujeres pertenecientes a la fuerza de trabajo, el 36% ha estudiado algo más después de concluir la educación secundaria.
Al enfocar el análisis a los trabajadores que efectivamente tienen un título universitario, solo el 16% de los hombres que trabajan han terminado algún ciclo universitario mientras que el 27% de las mujeres trabajadoras tienen títulos universitarios de pregrado, grado o posgrado.
Lo anterior no solo lo confirman los números relativos, sino que en términos absolutos, hay más mujeres con títulos de licenciatura y posgrado en el mercado laboral (118.00 mujeres) que hombres (89.000).
Estas 118.000 mujeres con títulos de grado y posgrado son principalmente contratadas en el sector público (66%, principalmente en la rama educativa), mientras que el 50% de los hombres con títulos de licenciatura, maestría o doctorado trabajan en el Estado.
EF informó que un posgrado puede duplicar su salario promedio.
Impuesto a la maternidad
Buscar las causas de un fenómeno como este siempre es complicado, pero la investigación sugiere varias explicaciones.
Natalia Morales, del Estado de la Nación, menciona diversos patrones culturales. Existe cierta “segregación ocupacional”.
“Las mujeres prefieren ciertas ocupaciones típicamente femeninas”, sostiene.
Sin embargo, las estimaciones de EF excluyen el efecto que pueden tener diversas variables, como el sector y la rama laboral, y al extraer únicamente la variación creada por el sexo, se reporta la diferencia de 28%.
De hecho, la estimaciones de EF demuestran que el beneficio generado por que una mujer se cambie a un sector o rama laboral con mejores salarios promedios es borrado, a veces en más del 100%, por el hecho de ser mujer.
Otro de los costos que debe asumir la mujer es que se le imponga un “impuesto” por tener hijos o porque decida, eventualmente, tenerlos.
“Muchos patronos se cubren con el tema del riesgo de contratar. Deciden pagar menos a una mujer por el riesgo de que quede embarazada, o porque se asume que trabajarán menos que un hombre por encargarse de sus hijos”, infiere Morales.
Tal tendencia es llamada “impuesto a la maternidad”. En Estados Unidos, por cada dólar que gana un hombre, una mujer recibe $0,82. Si nunca se ha casado recibe $0,96; pero si tiene un hijo menor de 18 años la brecha se incrementa y recibe solamente $0,76.