El actual gobierno encabezado por Luis Guillermo Solís tiene muy poco éxito en la aprobación de leyes durante las sesiones extraordinarias de la Asamblea Legislativa. Los resultados golpean con fuerza la labor del Ejecutivo cuando comanda la agenda del Congreso.
Los datos del Vigesimosegundo Informe del Estado de la Nación, presentado este martes, así lo evidencian. Eso sí, no se pueden obviar factores como el entrabamiento que produce el multipartidismo en Cuesta de Moras.
Primero es necesario conocer los datos.
El informe elaborado por el Programa Estado de la Nación (PEN), muestra que el actual Gobierno logró durante la legislatura 2015-2016, la aprobación de 16 leyes durante las sesiones extraordinarias, a pesar de que convocó 203 proyectos. Esto le concede una tasa de éxito del 7,9%.
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Los resultados de este año legislativo son mejores si se comparan con la cosecha del 2014-2015, en esa legislatura el Poder Ejecutivo convocó a extraordinarias la mayor cantidad de proyectos que una administración ha puesto en su agenda en los últimos 26 años.
El Gobierno puso en su lista de prioridades 315 proyectos de ley el año legislativo anterior, de los cuales solo ocho se convirtieron en leyes de la República. Esos números le dieron la tasa de éxito más baja de las últimas siete administraciones con apenas un 2,5%.
En este punto, vale aclarar que la Asamblea Legislativa tiene dos periodos de sesiones durante la legislatura.
Las sesiones ordinarias que se realizan entre del 1.° de mayo al 31 de julio y del 1.° de septiembre al 30 de noviembre; y las extraordinarias que se llevan a cabo del 1.° de agosto al 31 de ese mismo mes y del 1.° de diciembre al 30 de abril.
En sesiones extraordinarias las diferentes fracciones legislativas solo conocen proyectos de ley de interés del Poder Ejecutivo, por esa razón el Gobierno emite un decreto para definir la agenda que quiere someter a discusión en el Congreso.
Los legisladores solo pueden cambiar las prioridades de la agenda definida por el Gobierno si se trata de nombramientos de funcionarios o reformas legales indispensables.
Poco éxito, pese a herencias
Ahora bien, los resultados del actual Gobierno muestran tasas de éxito muy bajas durante los dos primeros años de la administración.
Las administraciones de Rafael Ángel Calderón Fournier (29%), José María Figueres Olsen (34,6%) y Laura Chinchilla Miranda (31%) lograron las tasas de éxito más altas en la aprobación de leyes durante las sesiones extraordinarias de los últimos 26 años.
Estos resultados se dieron en el primer año de Gobierno de las tres administraciones, cuando en teoría es más fácil aprobar leyes durante las extraordinarias porque se trata de proyectos heredados.
Sin embargo, la actual administración, por el contrario, registró la tasa de éxito más baja de las últimas siete durante el primer año legislativo.
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El informe señala que el bajo porcentaje de éxito durante las extraordinarias se relaciona con la dificulta que existe en el Congreso para negociar y construir acuerdos con las nueve bancadas legislativas.
A diferencia de los gobiernos de Calderón Fournier y Figueres Olsen quienes tenían en la Asamblea Legislativa tres o cuatro partidos diferentes y, prácticamente, lograban la mayoría con la fracción oficialista.
Otro factor que explica los resultados del actual Gobierno, es la dificultad que ha tenido para construir una agenda legislativa estable.
"En los últimos años se ha venido reiterando la práctica de introducir y retirar más veces los proyectos de la corriente legislativa, lo cual se traduce en una agenda inestable. (...) El número de convocatorias es el indicador de la dificultad que enfrenta el Ejecutivo para consolidar su agenda", agrega el informe.
El capítulo de "Fortalecimiento a la democracia" del informe, también señala que el Poder Ejecutivo está sometido a una combinación de presidencialismo débil y a un multipartidismo fragmentado que le demanda mayor apertura al diálogo y más poder de negociación.
Cambio de interlocutores
La administración Solís Rivera suma 10 cambios de ministros en sus primeros dos años, cuatro de ellos salieron del Gobierno en medio de situaciones políticas complejas y de alto impacto a nivel de medios de comunicación.
La cantidad de bajas en el actual gabinete no alcanzó las 13 salidas que se dieron durante los primeros dos años de la administración Chinchilla Miranda, pero sí está lejos de las tres dimisiones que se registraron en el mismo periodo durante el segundo mandato de Óscar Arias Sánchez.
Lo cierto es que los pilares de la negociación política que hacían la conexión entre Casa Presidencial y el Congreso cambiaron en medio de un ambiente político tenso.
Primero fue la salida del viceministro de la Presidencia de asuntos legislativos, Daniel Soley, quien renunció a su cargo el 17 de enero del 2015.
Soley dejó su cartera luego de que trascendió el presunto ofrecimiento de una embajada a la entonces procuradora general de la República, Ana Lorena Brenes.
El segundo golpe al diálogo con la Asamblea Legislativa se dio el 16 de abril del 2015 con la renuncia del entonces ministro de la Presidencia, Melvin Jiménez, quien fue relevado al día siguiente por Sergio Alfaro.
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Jiménez cosechó un largo camino de eventos desafortunados durante su gestión, pero el hecho que finalmente le costó el puesto se dio con el proyecto de ley de radio y televisión.
El entonces jerarca fue objeto de críticas, luego de conocerse que un asesor suyo colaboró en la "socialización" del proyecto de ley que permitiría al Gobierno cerrar medios de comunicación por el contenido de sus mensajes.
Ese caso también condujo a las salidas de la entonces ministra de Ciencia y Tecnología, Gisela Kopper; y del exviceministro de Telecomunicaciones, Allan Ruiz.
El equipo de diálogo entre el Ejecutivo y el Congreso quedó compuesto por Sergio Alfaro, actual ministro de la Presidencia y por Luis Paulino Mora, viceministro de asuntos legislativos, quienes son los encargados de negociar.
Esa labor también estuvo apoyada durante el primer año, por Víctor Morales Zapata, diputado del Partido Acción Ciudadana (PAC) y hombre de confianza de Luis Guillermo Solís.
Sin embargo, Solís se desmarcó de Morales Zapata el 12 de mayo del 2015 cuando aseguró que el legislador nunca fue su vocero. Después de esas declaraciones, el diputado mantiene un perfil bajo en la Asamblea Legislativa.
Otro elemento que se debe valorar es que durante la primera legislatura, la presidencia del directorio fue comandada por el diputado oficialista, Henry Mora, quien fue cuestionado al final de su gestión por las diferentes fracciones debido a que aprobó el Presupuesto Nacional del 2015 mediante mecanismos que la Sala Constitucional luego señaló como "fuera de su competencia".
Pese a que el primer año legislativo el partido de Gobierno tenía el control del directorio, el porcentaje de éxito en las extraordinarias fue el más bajo en 26 años.