“No diría que fuimos los primeros, porque realmente la presencia ya existía pero estaba más que nada en el ámbito aeronáutico, el espacial estaba incipiente o apenas empezando y nuestra presencia le dio un realce integrado”, asegura Franklin Chang sobre el impacto que Ad Astra Rocket ha tenido en la economía, educación e industria.
El sábado 15 de julio de 2006 comenzó operaciones en el campus Daniel Oduber-La Flor de la Universidad Earth en Liberia, Guanacaste. “La decisión más trascendental fue la de establecer una semilla de la empresa en Guanacaste. Fue una decisión mía que realmente no reflejaba ni estaba basada en un análisis de negocios. Sin embargo, sí tenía algunos asentamientos de visión a futuro: pensar que esta región, alrededor del aeropuerto, tenía todas las características de un futuro Valle del Silicón de Costa Rica. Ese es el concepto que yo estaba viendo en ese momento”, relató Chang.
Este hecho trajo a la realidad costarricense una posibilidad productiva poco explorada hasta entonces: el país podría convertirse en un proveedor para la industria aeronáutica y aeroespacial mundial.
Los retos para consolidar este sector pasan por el arraigo de más empresas de este tipo en Liberia (las alianzas productivas existentes son virtuales), siguen con la participación activa de Costa Rica como proveedor de la industria aeroespacial y aeronáutica y, de acuerdo con Chang, una vez que se den estos dos factores “no veo ningún impedimento real para que Costa Rica se convierta en productor de tecnologías nuevas”.
La Coalición de Iniciativas para el Desarrollo impulsa el subsector y participa en el Consejo Nacional de Investigación y Desarrollo Aeroespacial (Conida) junto con Procomer, el Ministerio de Ciencia y Tecnología y la Asociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio (Acae), entre otras.