José María Villalta no será el próximo presidente de la República, pero resulta llamativo que cierto sector del electorado, especialmente jóvenes, se sienta atraído por su oferta electoral: ante la deprimente situación económica de nuestro país, la solución de Villalta parte por culpar indiscriminadamente a "los ricos" por todos los males y buscar darle más poder y dinero al Estado para supuestamente solventar así nuestros grandes problemas.
Lo problemático de las tesis de Villalta es su ligereza intelectual. Veamos un ejemplo: hace unas semanas en un debate en la UNA se le preguntó sobre qué haría con el Banco Central. Villalta dijo que buscaría cambiar la integración de la Junta Directiva, ya que estaba compuesta por "un pequeño grupito de economistas neoliberales que brincan de un partido a otro, pero es la misma política para favorecer a los mismos". Curiosamente en dicho punto Villalta y yo estamos de acuerdo. En este blog he escrito muchísimas veces sobre cómo la política monetaria del BCCR en las últimas décadas constituye un subsidio de los pobres a grandes grupos como exportadores y banca privada. Sin embargo, cuando se le interrogó específicamente sobre el sistema de bandas cambiarias, Villalta dijo que lo dejaría tal y como está. ¿Entonces? ¿De qué sirve cambiar la integración de la Junta Directiva del BCCR si la política – que él mismo admite que favorece a grupos poderosos – permanecerá igual?
Peor aún, Villalta indica que buscaría una Junta Directiva del BCCR que no esté "obsesionada únicamente" con controlar la inflación, sino que también le de énfasis a otros objetivos como promover el empleo y la reactivación de la producción. ¿Acaso ignora José María Villalta que la inflación es el impuesto más regresivo que hay ya que castiga desproporcionadamente a los más pobres? Una política monetaria que no esté obsesionada con la inflación y que busque promover el empleo es precisamente lo que tuvimos en Costa Rica por casi 20 años con el sistema de minidevaluaciones que buscaba incentivar al sector exportador y turístico (y a la banca privada) con un colón barato a costa de una inflación que promedió de 1987 al 2006 un 14,9% anual. Costa Rica creció razonablemente durante dicho período pero la proporción de pobres no bajó desde 1994 y la desigualdad empezó a aumentar en el país. ¿Es ese el sistema que quiere José María Villalta cuando dice que no está obsesionado con la inflación?
La ligereza intelectual de Villalta queda reflejada en otras áreas: en una entrevista reciente en La Nación afirmó que "estamos gobernados desde hace bastantes años por una políticas de derecha tan radical, que han polarizado tanto el país, que ha privatizado las instituciones". ¿Exactamente qué instituciones se han privatizado en los últimos años? No recuerdo ninguna. Más bien en Costa Rica tenemos 276 instituciones públicas que junto con el gobierno central gastaron el año pasado un 37,2% del PIB. ¿En verdad se puede decir que tenemos un Estado anémico como asegura José María Villalta?
En cuanto al libre comercio, Villalta ha dicho que este ha perjudicado a "los sectores más vulnerables de la población, los más explotados, los sectores más excluidos, más abandonados". ¿Cómo? Según él porque se les ha puesto a competir. La realidad no podría ser más diferente. El grueso de los pobres en Costa Rica no compite en los mercados internacionales, sino que la pellejea en las calles. Más bien, gracias al persistente proteccionismo agrícola, los pobres deben pagar mucho más por sus alimentos debido a la falta de competencia. ¿Acaso los 100 grandes arroceros nacionales que representan el 70% de la producción del grano en el país son un sector explotado con un subsidio de los consumidores costarricenses estimado en $110 millones anuales? ¿Acaso la Dos Pinos, que exporta a todas las Américas y hasta China pero no compite en Costa Rica por los altos aranceles a la leche es un sector excluido? ¿Será que Pipasa, otra gran empresa exportadora de pollo, que hasta hace poco pertenecía a Oscar Arias y que se beneficia de aranceles que van del 40% al 150%, es un sector abandonado? Cuando se trata de política comercial, José María Villalta está del lado de los grandes arroceros, lecheros, polleros del país que, gracias al proteccionismo que defiende, le encarecen los alimentos a los consumidores nacionales, especialmente a los más pobres.
Y es que esa es una constante en el pensamiento de Villalta. ¿Cuál es su posición con respecto a Recope, ese oneroso elefante blanco estatal que hace clavos de oro a costa de los consumidores costarricenses? Pues mantener el monopolio. ¿Qué opina Villalta del sindicato de Japdeva y su leonina convención colectiva que hacen que los puertos de Costa Rica estén entre los más ineficientes del continente? En el nombre de la "justicia social" defender al sindicato y sus privilegios y oponerse a toda costa a que se construyan puertos privados en el Caribe. José María Villalta fue el autor del recurso de inconstitucionalidad que ha atrasado por casi tres años la apertura del Seguro Obligatorio de Automóviles y de Riesgos del Trabajo. Mientras que los precios de todos los demás seguros han bajado por a la competencia, gracias a José María Villalta los consumidores costarricenses siguen pagando pólizas más altas al INS en esos seguros.
La ligereza programática de José María Villalta también queda plasmada en sus propuestas legislativas. De 65 proyectos de ley presentados por él, casi una quinta parte son irrelevantes para el país: benemeritazgos, declaraciones, donaciones, creación de parques, etc. Brillan por su ausencia los proyectos destinados a generar empleo. Villalta no tiene nada que ofrecerle al 57% de los costarricenses en edad de trabajar que se encuentran desempleados (10,3%), subempleados (13%) o laboran en el sector informal (33,6%). Aunque, para ser honestos, sí destaca un proyecto (18.621) tendiente a "respaldar la lucha emprendida por colectivos de jóvenes dedicados a diversas manifestaciones del arte urbano (payasos malabaristas, etc.) y los deportes callejeros (patinaje, skate boarding, etc.)". O sea, si Usted es payaso o malabarista callejero, sí tiene por quién votar...
Esto no quiere decir que todos los proyectos de Villalta sean irrelevantes. Hay unos que sí tendrían consecuencias para el país, y serían nefastas. Destaca el proyecto para controlar el precio de los medicamentos. Basta con ver lo que el control del precios ha hecho en países como Venezuela, donde escasea hasta el papel higiénico, para preguntarse: ¿en verdad queremos copiar medidas que han fracasado una y otra vez en otros países de la región?
Lo cual nos lleva a las juntas de José María Villalta. Si bien él ha hecho un esfuerzo por vender una imagen moderada, sus afiliaciones y simpatías continuan siendo extremistas. Hace unos meses, las Juventudes de Izquierda de Latinoamérica y el Caribe, reunidas en Managua para conmemorar el 34 aniversario de la revolución sandinista "encabezada por el Comandante Daniel Ortega", manifestaron su respaldo a José María Villalta "en lucha [sic] por romper con el sistema Neoliberal que llevado [sic] al incremento más alto de la desigualdad social a todo [sic] el Continente Americano". También, el pasado abril Villalta participó en un homenaje en el país a Hugo Chávez. ¿Qué exactamente merece ser homenajeado de esa figura? ¿Haber liderado al gobierno más corrupto de las Américas según Transparencia Internacional? ¿Haber convertido a Venezuela en el país más violento de Sudamérica? ¿Haber destruido al sector privado de un país donde ahora hay desabastecimiento generalizado de comida, papel higiénico y electricidad? ¿Su retórica de odio que lo llevó a apelar a la homofobia y el antisemitismo para descalificar a sus opositores? ¿Qué es lo que José María Villalta tanto admira de Hugo Chávez? Y no es solo él, en una Asamblea Nacional del Frente Amplio en marzo se le levantó un altar con velas al caudillo autócrata venezolano. Dime con quién te juntas y te diré quién sos...
La campaña de José María Villalta reza, "Si no lo conoce, acérquese". Yo lo conocí en el 2007 durante los candentes meses previos al referéndum sobre el TLC con Estados Unidos. Fue en un debate que tuve con él en el salón parroquial de la Iglesia de Calle Blancos. Es difícil debatir con un agitador. Durante la campaña sobre el TLC me tocó polemizar con muchas figuras del NO. En algunos casos, como con Luis Guillermo Solís y Román Macaya, las discusiones eran bastante sesudas y académicas. Sin embargo con Villalta era imposible debatir por la cantidad de mentiras y exageraciones que decía en cada intervención. Dentro de las que más recuerdo estaba que si se aprobaba el TLC, Costa Rica se convertiría en un botadero de desechos nucleares. Además, los gringos se llevarían la Isla del Coco. ¿Cómo desmentir tales cosas?
El votante promedio de José María Villalta tiene razón de estar desencantado con el sistema económico y político que ha predominado en el país en los últimos 30 años. Sin embargo es importante saber que muchas veces la medicina es peor que la enfermedad. Antes de caer tendido ante sus cantos de sirena, le recomiendo que lo conozca mejor.